La estatua del Nazareno Negro se talló en México y llegó a Manila el 31 de mayo de 1606 en un galeón procedente de Acapulco.
Millones de devotos asistieron el sábado a la procesión del Nazareno Negro de Quiapo por las calles del casco antiguo de Manila con la esperanza de presenciar un milagro y exponer sus súplicas a esta talla del siglo XVII.
Al menos un millón de personas se congregó a las puertas de la iglesia de Quiapo y sus calles adyacentes para presenciar la salida de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno minutos antes de las 06.00 hora local (22.00 GMT del viernes).
Una hora más tarde la multitud había crecido hasta 1,2 millones y a las 10.00 (02.00 GMT) había llegado a 1,5 millones, según el portavoz de la oficina de la Policía capitalina, Kim Molitas.
Las autoridades calculan que este año la asistencia a la procesión del Nazareno Negro podría superar los 9 millones de personas del año pasado.
Los feligreses se arriesgan a ser aplastados por el gentío para rozar la talla o alguna de las dos maromas que arrastran el carro.
Otros se aproximan lo que pueden y lanzan pañuelos, toallas de mano o se quitan la camiseta o camisa y la arrojan a los devotos que, apiñados, flanquean la imagen para que se las devuelvan bendecidas.
La estatua del Nazareno Negro se talló en México y llegó a Manila el 31 de mayo de 1606 en un galeón procedente de Acapulco que, según la leyenda, se incendió cerca de la costa filipina.
Una creencia popular sostiene que el calor de las llamas otorgó al Cristo su característico color oscuro, aunque otra versión atribuye el peculiar tono a que el autor, un artesano mexicano, quiso imprimir a la obra su misma tonalidad de piel.
EFE
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