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Comprar comida, una odisea en el confinamiento de la ciudad más rica de China

Repartidores se preparan para cargar bienes de consumo en sus scooters en medio de la pandemia de la COVID-19 en China, este 12 de abril de 2022.
Repartidores se preparan para cargar bienes de consumo en sus scooters en medio de la pandemia de la COVID-19 en China, este 12 de abril de 2022. | Fuente: EFE

En los confinamientos de principios de 2020, en China se permitía salir de casa para abastecerse, pero en estos días en Shanghái es prácticamente imposible incluso efectuar pedidos individuales a domicilio a través de internet.

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En pleno 2022, conseguir comida en Shanghái -la ciudad más rica de China, segunda economía mundial- se ha convertido en toda una odisea ante el estricto confinamiento dictado por las autoridades para tratar de atajar el peor rebrote de la COVID-19 registrado hasta ahora en la metrópolis.

Con más de 25.000 nuevos casos diarios -la mayoría de ellos, asintomáticos- causados por la contagiosa variante ómicron, las autoridades insisten en la estrategia nacional de tolerancia cero contra el virus, que ha dado resultados ante otras variantes vía confinamientos, test masivos y cierre prácticamente total de las fronteras.

En los confinamientos de principios de 2020 en China, se permitía salir de casa para abastecerse, pero en estos días en Shanghái es prácticamente imposible incluso efectuar pedidos individuales a domicilio a través de internet, en parte porque buena parte de los tenderos y repartidores también se encuentran confinados; los cerca de 11.000 -según datos oficiales- que todavía trabajan han de dormir en furgonetas o tiendas de campaña porque, si vuelven a sus casas, no podrían volver a salir.

Esto ha dejado a la mayoría de residentes de la ciudad, de unos 25 millones de habitantes, con una única salida para poder conseguir comida: las compras conjuntas ("group purchasing"), que en los últimos años habían experimentado un auténtico "boom" en China.

 

Solidaridad vecinal

Los habitantes de las urbanizaciones en las que se divide la ciudad han comenzado a organizarse en grupos de la popular red social WeChat -el equivalente chino de WhatsApp, censurado en China- en los que se ofertan alimentos a domicilio, pero únicamente en grandes lotes, convirtiendo así al habitual comprador minorista en un improvisado mayorista.

En esos grupos, en los que no paran de surgir mensajes día y noche, quien encuentra una de estas ofertas lo anuncia y recauda los fondos de los vecinos interesados: las más comunes son de alimentos básicos, pero también hay de productos de limpieza o incluso de vino y restaurantes de comida rápida. Eso sí, hay que ser rápido: si no se presta atención constante a esos grupos, es fácil quedarse fuera de uno de esos pedidos. 

A priori, esto puede parecer complicado, especialmente para los residentes extranjeros que no dominan el idioma local, pero, cuando el hambre llama a la puerta, se aprende rápido. El método tampoco está exento de problemas: aparte de que la entrega puede demorarse durante días por la citada escasez de repartidores, en ocasiones los pedidos acaban siendo cancelados porque el distribuidor se ha quedado sin inventario antes de lo previsto.

Una mujer entrega comida a los trabajadores en medio de la pandemia de la COVID-19 en Beijing, China, este 12 de abril de 2022.
Una mujer entrega comida a los trabajadores en medio de la pandemia de la COVID-19 en Beijing, China, este 12 de abril de 2022. | Fuente: EFE | Fotógrafo: MARK R. CRISTINO

Además, el hecho de que las compras conjuntas se organicen mediante "apps" pone en una situación de vulnerabilidad a los ancianos que no saben utilizarlas, salvados por la solidaridad de los vecinos y voluntarios que se ponen en contacto con ellos para tratar de cubrir sus necesidades básicas.

Autoridades reparten alimentos

A finales del año pasado, el Gobierno chino ya había recomendado a los ciudadanos que mantuvieran la despensa relativamente llena por si surgían emergencias. Sin embargo, muchos en Shanghái confiaron en los plazos inicialmente anunciados: en las urbanizaciones en las que se detectaron casos en marzo se dictó un confinamiento de 48 horas que se prolongó otros 12 días para finalmente engarzar con el cierre de la ciudad, que a priori iba a ser de cinco días escalonados en las dos márgenes del río que la divide.

Finalmente, ese último cierre también fue prolongado en toda la ciudad, cuyo Gobierno anunció este sábado que solo se levantará para las comunidades en las que no se haya detectado ningún caso durante las múltiples rondas de pruebas en los 14 días anteriores, aunque los residentes solo podrán desplazarse por su distrito y las reuniones "serán restringidas de manera estricta". Sea como sea, todavía no se ha marcado una fecha oficial para la reapertura total de la ciudad.

Un empleado de mantenimiento monta en bicicleta en una comunidad residencial bajo confinamiento en Shanghai.

Un empleado de mantenimiento monta en bicicleta en una comunidad residencial bajo confinamiento en Shanghai.Fuente: EFE

La situación se ha traducido en que muchos residentes denuncien escasez de alimentos, algo para lo que las autoridades han entregado bolsas con víveres como verduras, huevos, carne, arroz, fideos o aceite, aunque varían tanto en composición como en cantidad según la zona. Sin embargo, en algunas zonas los habitantes han denunciado que recibieron carne en mal estado, lo que ha dado pie a una investigación oficial al respecto, que se suma a las abiertas contra más de un centenar de establecimientos que habían inflado sus precios aprovechando la necesidad de los compradores y que ya han sido multados.

Ante la crisis, el Ejecutivo municipal ya ha decidido levantar la cuarentena para "el mayor número posible" de almacenes y mercados mayoristas con el objetivo de garantizar el suministro, pero algunos supermercados todavía denuncian importantes dificultades para reponer productos. (EFE)


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