George Pell fue citado para declarar en relación a decenas de casos de pederastia ocurridos entre las décadas de 1960 y 1980 en las sureñas ciudades de Ballarat y Melbourne.
El cardenal australiano George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano y más alto representante de la Iglesia Católica australiana, admitió los "enormes errores" de la institución religiosa al afrontar las denuncias de abusos sexuales a menores en Australia.
"La Iglesia en muchos lugares, y ciertamente en Australia, ha estropeado las cosas y ha decepcionado a la gente", dijo Pell por videoconferencia desde Roma en su primer día de comparecencia ante Real Comisión sobre las Respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil.
El prelado fue citado para declarar en relación a decenas de casos de pederastia ocurridos entre las décadas de 1960 y 1980 en las sureñas ciudades de Ballarat, lugar de nacimiento del religioso (1941) y donde trabajó desde 1973 hasta 1983, y en Melbourne, donde ejerció de arzobispo.
"No estoy aquí para defender lo indefendible", puntualizó Pell al admitir que existía una tendencia generalizada a no dar crédito a las denuncias de los menores en una época en que se buscaba "proteger de la vergüenza a la institución".
Desconocimiento de casos
Pell dijo que no tiene las cifras del número de denuncias vinculadas a abusos sexuales atribuidos a miembros de la Iglesia Católica de Ballarat, en donde al menos 14 religiosos fueron denunciados por decenas de casos de abusos sexuales contra menores desde los años 60.
Sin embargo el prelado, que no ha podido viajar a Australia por razones de salud, admitió que muchas de ellas fueron descartadas, en algunos casos bajo circunstancias escandalosas.
"Debo decir que en aquellos días si un sacerdote negaba este tipo de actividades, yo me inclinaba fuertemente a aceptar su negación", expresó Pell al referirse sobre los rumores de las actividades pederastas del monseñor John Day, quien fue acusado en 1971 y 1972 de asalto indecente a niños cuando fue sacerdote en Mildura.
Asimismo Pell aseguró que no tenía conocimiento que el ex obispo de Ballarat Ronald Mulkearns enviaba al extranjero a los sacerdotes que habían cometido ofensas sexuales para someterlos a tratamientos psicológicos.
Pell, sobre quien no pesa ninguna sospecha de cometer abusos sexuales a menores, vivió en la década de 1970 en un seminario con el sacerdote pederasta Gerald Ridsdale, quien cometió decenas de abusos a menores cuando trabajaba como capellán en el colegio St Alipius de Ballarat entre las décadas de 1960 a 1980.
Una de las víctimas de este sacerdote es su sobrino David Ridsdale.
David asegura que cuando llamó a Pell en 1993 para contarle que su tío había abusado sexualmente de él, el ahora cardenal trató de silenciarlo.
Pell concedió que el traslado de Gerald Ridsdale de parroquia en parroquia fue "una catástrofe" tanto para las víctimas como para la propia Iglesia.
Una quincena de familiares y víctimas que sufrieron en el pasado abusos sexuales por parte de miembros del clero en Australia pidieron el domingo en Roma al cardenal George Pell, al papa Francisco y a la Iglesia Católica que dejen las palabras y emprendan "acciones reales" para evitar que se repitan casos similares.
Algunos de los niños que sufrieron abusos sexuales en las instituciones católicas en Australia se suicidaron al hacerse adultos o tienen problemas sociales debido a los traumas sufridos.
EFE
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