La banda británica presentó su nuevo disco "Spirit", en un show que priorizó canciones de sus recordados álbumes "Violator" y "Ultra". Lee nuestra crónica.
Hace unos meses, un diario español aseguró en la crónica de un show de Depeche Mode que “no era un buen grupo”, que su disco "Spirit" era “mediocre” y que carecía “de la potencia vanguardista de Kraftwerk y de la profundidad poética de The Smiths”. Sin embargo, después de lo visto en el Estadio Nacional de Lima la noche del último domingo, aún no entendemos a qué show asistieron.
El hiptonizante andar de Dave Gahan y la consistencia sonora de Depeche Mode, una vez más hicieron que Lima se rinda ante el sonido electrónico a 9 años de su primera visita. La banda británica volvió a nuestro país para presentar su gira Spirit Global Tour que repasó poco de su nuevo disco y se concentró en los años 90, con música de sus aclamados álbumes “Violator” (1990) y “Ultra” (1997).
Salvo algunas omisiones ─muchos esperaban canciones como “Just can’t get enough” o “Master and servant”─, el grupo supo balancear entre la nostalgia y su nuevo material, dejando un vacío en su público ochentero. Pero de eso hablaremos más adelante.
EL ARRANQUE NACIONAL
La velada comenzó a las 8 de la noche con la participación de la banda nacional Cementerio Inocentes. El grupo de pop experimental lució con mucho entusiasmo lo mejor de sus dos álbumes “I” (2016) y “Ultrapop!” (2017) y durante treinta minutos llevó a un positivo público por un viaje psicodélico de guitarras y sintetizadores.
El acto fuerte de la noche llegaría media hora después del fin de Cementerio Inocentes. Con puntualidad británica, las luces se apagaron a las 9 de la noche y los acordes inconfundibles de “Revolution” de The Beatles daban apertura al show.
Peter Gordeno, Christian Eigner, Andy Fletcher, Martin Gore y el histriónico Dave Gahan subían a escena para darnos la bienvenida a su espectáculo con “Going Backwards”, sencillo de su nuevo álbum “Spirit” que se olvida de las metáforas y vocifera un grito cargado de realidad. “Estamos retrocediendo, armados con nuevas tecnologías. Retrocediendo con mentalidad de hombre de caverna”, dice en uno de sus versos para desnudar la verdad del mundo actual.
Pero los dos ejes sobre los que el show se sostuvo fueron los discos “Violator” (1990) y “Ultra” (1997). De este último siguió en el repertorio “It’s no good”, con su envolvente coro “Don't say you want me… don't say you need me… Don't say you love me… It's understood…” que fue coreado por un público que ya estaba en éxtasis desde el arranque.
Seguidamente, “Barrel of a gun”, “A pain that I’m used” (del disco “Playing the angel” de 2005) y el dominante bajo de “Useless” mantuvieron a la gente dando pasos de astronauta, flotando en un espacio con gravedad, y sucumbidos ante el histrionismo reptiliano de Dave Gahan, sus sugerentes movimientos de caderas y algún gesto provocador, como tocarse los genitales delante de todos.
El repertorio continuó con “Precious”, “World in my eyes” y “Cover me” (otro sencillo de su nuevo álbum). Si algo había que rescatar del show hasta ese momento era la movilidad del 'frontman' de la banda. Gahan hizo suyo el escenario y el corazón del público ya lo tenía en el bolsillo.
NUNCA UN SEGUNDÓN
Martin Gore es tecladista, guitarrista, pero además es el genio creativo de la banda. Casi todos los singles famosos de Depeche Mode han sido escritos por él, así que su momento frente al micrófono no podía pasarse por alto. Mientras David Gahan salía un momento del escenario (quizás para enjugarse un poco el sudor), Gore se ponía frente al micrófono para una versión acústica de “Insight”. No sería la primera vez en la noche que asumiría por breves momentos el papel de cantante, para lástima de una desubicada fan que entre la multitud gritaba “¡ya lárgate!”.
Para interpretar “Home”, Gore también alzó el micrófono y terminó la canción fungiendo del director sin batuta de una orquesta imaginaria, moviendo los brazos, dirigiendo el cantar del público. “In your room” y “Where’s the revolution” pusieron los puños en alto para darle nuevamente la bienvenida a Gahan, quien pedía palmas y hacía cantar a los asistentes mientras caminaba por la pasarela colocada al centro del escenario.
El momento discotequero llegó con “Everyting counts” y un mar de público cantó el coro ayudando a David Gahan, quien no desafinó ni un solo momento y demostró que a sus 55 años aún conserva esa voz barítona que durante casi 40 años lo ha llevado por todos los escenarios del mundo.
BAILANDO EN LA OSCURIDAD
“Stripped” siguió el repertorio pero no fue hasta “Enjoy the silence” que el coloso de la calle José Díaz se vino abajo. Saltos desenfrenados, gritos exacerbados y los tres acordes claves en guitarra del single más exitoso en la historia de la banda mantuvieron el ambiente caldeado. Depeche Mode no daba treguas desde ese momento, y todo lo que viniera en adelante sería una seguidilla de grandes éxitos.
“Never let me down again” mantuvo al público bailando y marcó la despedida temporal de la banda británica. Tras unos minutos llegó el 'encore'. El grupo regresó a escena, nuevamente liderados por Martin Gore, quien interpretó una versión en piano de “Strangelove” sin la característica voz de Gahan. Aunque muchos esperaban oir la canción en su versión original, los aplausos fueron generosos para la mente detrás del éxito de Depeche Mode.
La infaltable “Walking in my shoes” formó parte del triplete final del show, y fue presentada en pantallas con un cortometraje dirigido por el legendario Anton Corbijn. Depeche Mode siempre ha sido una banda que juega con la dualidad sexual, por eso no debía sorprender que el video representara la vida diaria de un músico transgénero.
“A question of time” fue la penúltima canción y propició el ambiente para el fin de fiesta con “Personal Jesus”, uno de los singles más exitosos de su carrera, perteneciente también al aclamado disco “Violator” y que cerró la noche con el público gritando el estribillo final.
Con un show que duró más de dos horas, y una empatía poco usual en un artista británico, Depeche Mode se despidió del público recibiendo una ovación merecida. El impecable sonido en vivo y el encanto de su vocalista Dave Gahan le regalaron a Lima una fiebre bailable de domingo por la noche. ¡Como si nadie tuviera que trabajar el lunes!
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