En su primer concierto en la capital, la banda formada en Las Vegas ofreció más que un espectáculo: fue un cálido abrazo a ‘Danielito’, como se presentó Dan Reynolds en el Estadio San Marcos.
Dan Reynolds compone desde los doce años y nunca imaginó que un día estaría en el Perú, cantando ante un Estadio San Marcos casi a su máxima capacidad. Así lo reveló “Danielito”, como se hizo llamar un eufórico Reynolds que llegó a la capital junto a su banda de pop rock como parte del Loom World Tour, para ofrecer un show el último domingo 19.
Nacidos en Las Vegas, Nevada, Imagine Dragons ofreció más que un espectáculo: un despliegue de visuales imponentes, pirotecnia, pica pica y pelotas que surcaron el cielo mientras Dan Reynolds recorría la pasarela y el escenario principal. Escucharlos en vivo era recordar las tardes de 2013, cuando sus éxitos comenzaban a escalar en las listas de Billboard.
La antesala del concierto de Imagine Dragons
Caía la noche y el Estadio San Marcos lucía ocupado a la mitad de su capacidad. Los fanáticos de Imagine Dragons se habían dado cita horas antes de las ocho, el horario pactado para la presentación más esperada. Todos aguardaban con la esperanza de ubicarse en la mejor zona, lo más cerca posible de la pasarela: querían estar a unos metros de Reynolds, quien ha ganado fama por desnudarse en alma (y cuerpo) frente a sus seguidores.
Allí esperaban familias completas, grupos de amigos, almas solitarias pero contentas y hasta una pareja que decidió ir vestida con trajes de dinosaurio para vivir una experiencia inolvidable. También un hombre, con la cara pintada de calavera y un sombrero negro de vaquero, recorría la cancha principal decidido a encontrar la mejor ubicación.

Terminó la espera e Imagine Dragons hizo lo propio
El reloj marcó las ocho en punto y las luces del escenario se apagaron. La audiencia, vibrando de impaciencia, comenzó a gritar y silbar sin apartar la mirada del estrado. Los rostros eufóricos buscaban al primer hombre que aparecería en escena. Poco a poco, fueron saliendo Dan Reynolds, Wayne Sermon y Ben McKee, junto al resto de los músicos. La audiencia estalló y, automáticamente, recibió a la banda con las cámaras de sus celulares encendidas.
Reynolds apareció con una camiseta sin mangas blanca y un pantalón negro de corte ancho. A diferencia de otras presentaciones, esta vez no optó por lucir su habitual short.
Imagine Dragons tomó el escenario y arrancó con Fire in These Hills, el tema que abre su más reciente disco, y desató la primera ovación de una noche que fue creciendo en intensidad. Siguieron con el tema Thunder, y el público no podía contener la euforia. Fue entonces cuando una fanática gritó: “¡Quítate el polo!”, provocando las risas de todos los que esperaban ese momento. Pocos segundos después, Reynolds se despojó de su camiseta y bajó del escenario para dar un cálido abrazo a los fanáticos que tuvieron el privilegio de estar a solo unos metros de él.
La temperatura del Estadio San Marcos se elevó al ritmo de Bones, Take me to the Beach -momento en el que las pelotas brincaban por los aires y la audiencia no paraba de saltar y bailar-, Shots, entre otras.
Hacia la primera media hora del show, Reynolds se tomó unos minutos para agradecer al público y expresar el amor que sentía por estar en el país por primera vez. Agradeció la calidez de las personas, reconoció la belleza de las mujeres peruanas y habló de su gusto por la comida local; incluso confesó haber probado arroz con pato.
La audiencia respondía coreando: ‘¡Danielito!’, ‘¡Danielito!’, ‘¡Danielito!’, extasiada por más momentos álgidos.
La sorpresa de la noche llegó cuando Dan Raynolds ofreció un emotivo discurso: “No somos diferentes. No dejen que el mundo nos separe. No dejen que nos separe por la política, la religión o el credo. Somos uno. Somos humanos. Estamos aquí por un tiempo tan finito y luego nos vamos a las estrellas. ¿Podemos amarnos los unos a los otros? Amémonos los unos a los otros. Eso es todo lo que es Imagine Dragons. Gracias por estar aquí, los amamos”.
La banda se entregó al público, que respondió a la altura. Durante Sharks, las pantallas del escenario proyectaban tiburones en busca de sus presas. Fue entonces cuando Reynolds invitó a cinco fanáticos vestidos con trajes inflables de tiburón a subir al escenario para bailar y cantar con él.
La velada llegaba a su fin, pero el público que había esperado tanto no podía retirarse sin entonar Believer. Al unísono, miles de voces corearon el tema y sellaron la ansiada noche que marcó el esperado debut de la banda estadounidense en suelo peruano. Los fuegos artificiales iluminaron el cielo limeño, cerrando una jornada cálida y vibrante en el Estadio San Marcos.