El ´monumentero´ es la persona encargada de elaborar un monumento gigante con flores, sábanas y cera blanca que cubre el tabernáculo de la hostia consagrada.
Es Semana Santa, en muchos pueblos se revive con fervor religioso la vida, pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo.
Sin embargo, en esta fecha no solo son tradicionales las procesiones, y demás manifestaciones religiosas, pues también hay lugar para los platos típicos de Semana Santa, dulces y salados.
Prueba de ello es que en la provincia ancashina de Huari, por ejemplo, es una arraigada costumbre la elaboración de los tres dulces del “Monumentero”, distinción que se le otorga a la persona encargada de elaborar un monumento a base de flores, sábanas, tul y ceras blancas, decoradas con hojas verdes, para cubrir el tabernáculo de la hostia consagrada.
El monumento mide aproximadamente cinco metros de alto y es confeccionado en el interior del templo de Santo Domingo de Huari, durante el Domingo de Ramos por el “Monumentero” , quien, además, elabora hasta tres tipos de mazamorras en vasijas de barro.
La mazamorra de almidón de trigo, de almidón de papa y de quinua mezclado con chuño. A todas ellas se le agrega frutas secas como higos, pasas, guindones y huesillos, refiere la profesora cesante Rosadunia Alcedo de Solis.
El postre es repartido a todos los fieles quienes se comprometen a acompañar todos los actos religiosos de la Semana Santa.
La maestra Alcedo cuenta que luego de instalado el monumento, específicamente el Jueves Santo, la población se congrega en el templo y se amanece orando hasta el Viernes Santo, día en que se realiza la escenificación del Vía Crucis con todos sus protagonistas.
Ese mismo día en la noche, se procede a quitar los clavos de Jesús. En este acto participan varones vestidos con túnicas blancas, gorros negros y toallas blancas. La imagen del señor es bajada de la cruz entre cantos y rezos.
El Sábado Santo, es un día de silencio y reflexión en Huari. En la noche se realiza la celebración eucarística de la resurrección y la bendición del agua y el fuego.
La celebración termina con el emocionante y conmovedor encuentro entre Jesús resucitado y la virgen María en la Plaza de Armas de la ciudad, acompañado por las bombardas. Todos regresan al templo y cantan con alegría.
Por: Yanet Reyes
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