Las rondas campesinas cumplen una labor destacada para contener la propagación del nuevo coronavirus en las zonas andinas del Perú. Con 44 años de vigilancia, siguen tratando de atender problemas sociales donde el Estado es ausente.
Han enfrentado el abigeato, comúnmente conocido como robo de ganado; terrorismo e inseguridad ciudadana. Pero hoy, las Rondas Campesinas, reconocidas por la ley 27908 en el año 2002, enfrentan, quizá, su mayor reto: contener al nuevo coronavirus.
La vigilancia ejercida en la sierra norte y algunas regiones del sur, sumada a otras acciones, hace que el número de contagios sea bajo, según el Ministerio de Salud. Aladino Fernández, presidente de las Rondas de Cajamarca, región donde la letalidad es de 1.26%, señaló que, enfrentar a esta pandemia, es un desafío singular.
“Es como algo nuevo, una nueva experiencia, que de repente nunca lo pensamos... de luchar contra una pandemia, ayudando más que todo a la inmovilización social. Y también orientar, ayudar, exigiendo que los migrantes que están llegando a cada pueblo cumplan su cuarentena”, contó a RPP Noticias.
Por su parte, Esteban Ayquipa, dirigente de las rondas campesinas de San Román, en Puno, resaltó el despliegue de unos mil quinientos ronderos. “Gracias a los ronderos que esta enfermedad, esta pandemia se está evitando, por un trabajo serio. nosotros no cobramos, no percibimos, no coimeamos, más bien fiscalizamos a las autoridades”, señaló.
Si en Chiclayo la COVID-19 ataca con furia, en la zona andina de Lambayeque, distritos como Kañaris o Inkahuasi presentan casos controlados. En este último, Victoriano Manayay, representante de los ronderos, detalló que tienen brigadas que cuidan las 24 horas.
“Por el momento no estamos bloqueando carreteras ni nada. Sí estamos en cada lugar, por ejemplo, acá están dispersos los caseríos y allí estamos cuidando con brigadas las 24 horas”, afirmó.
Ronald Rosas, presidente de la Central de Rondas Campesinas de Otuzco (La Libertad), lamentó el poco apoyo que reciben de las autoridades regionales. “Lamentablemente no hemos recibido apoyo casi nada por parte del Gobierno Regional, de las autoridades regionales; sin embargo, aún permanecemos evitando un poco el ingreso de las personas que mayormente vienen desde la ciudad, en grandes cantidades”, indicó.
La costa vs. la sierra
¿Y por qué en la sierra se puede, aparentemente, hacer un mejor control que en la costa? Para el presidente de la Central Única de Rondas Campesinas del Perú, Santos Saavedra, la disciplina es fundamental para evitar el contagio.
“En la costa hay mucho desorden: nadie obedece a nadie y la gente se expone, así como un desafío. Viven en el desorden. Malcriados le llamamos. Apelan a su prepotencia. En cambio, en la sierra, tenemos una disciplina, una mística, una conciencia mayor, nos controlamos mejor, nos obedecemos entre nosotros”.
Saavedra afirma que hay casi un millón de ronderos distribuidos en doce regiones, con lo cual, superan en ocho veces a los 120 mil agentes que tiene la Policía Nacional.
Para el jefe de la oficina de la Defensoría del Pueblo en Lambayeque, Julio Hidalgo, el trabajo ronderil es efectivo. “Están muy bien constituidas, muy bien organizadas. Su forma de administrar justicia es muy eficiente, muy eficaz para garantizar el orden social en estos distritos donde hay ausencia del estado”, dijo.
Y en efecto, las rondas se fundaron hace 44 años en Cuyumalca, Chota, Cajamarca, para suplir, de alguna forma, la ausencia del Estado. Hoy, la historia no ha cambiado mucho.
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