Este cultivo ha tenido un fuerte impulso en los últimos años en Perú, siendo particularmente exitoso el modelo de la región de San Martín.
El cacao se ha convertido para miles de agricultores peruanos en una alternativa para sustituir a la hoja de coca, materia prima de la cocaína, aunque en algunas regiones los resultados son desalentadores ante el poder que tiene el narcotráfico.
Gracias a un programa de desarrollo alternativo financiado por Estados Unidos, el cacao ha tenido un fuerte impulso en los últimos años en Perú, lo que ha derivado en sustitución de cultivos de coca en algunas zonas, siendo particularmente exitoso el modelo de la norteña región de San Martín.
Pero también sucede el fenómeno inverso: la sureña región de los valles del río Apurímac y Ene (VRAE), tradicionalmente cacaotera, es ahora la de mayores cultivos de coca en Perú.
"El cacao ha servido para que miles de familias abandonen la coca. De ser perseguidos por la policía han pasado a convertirse en agricultores de un producto que les ayuda a vivir y desarrollarse", dice Hiderico Bocángel, presidente de la Asociación Peruana de Productores de Cacao, que agrupa a 19 cooperativas en 11 regiones.
Osvaldo Castillo, un agricultor de la región de San Martín, dice que "éramos productores (de cocaína). Elaborábamos pasta, hacíamos drogas, lo sabíamos todo". Relata que él y otros cocaleros fueron perseguidos por la guerrilla y por la presión estatal y pasaron a otra cosa. "El cacao ha sido una salvación para nosotros".
Bocángel explicó a la AFP que en el VRAE la lucha es permanente. "Pese a ser una zona tradicionalmente de cacao, el precio de la hoja de coca y la presión de narcotraficantes gana a los agricultores, que se inclinan por el cultivo ilícito".
"Aunque en estos últimos años muchos campesinos están volviendo al cacao y al café, necesitan el apoyo del gobierno en seguridad por la presión que se ejerce sobre ellos para que siembren coca", dijo.
Unos 28.000 productores, la mayoría pequeños agricultores, se dedican al cacao en Perú. La producción de cacao en 2009 llegará a las 30.000 toneladas, un 10% más que el año pasado, de las cuales se exportarán un 87% entre cacao convencional, orgánico, aromático, en pasta, en granos y otros.
La conversión se realiza con buen resultado: el cacao peruano participó en el Salón del Chocolate en París a mediados de octubre. En el VRAE se producen 15.000 hectáreas de cacao pero esta cifra es superada por las 16.000 hectáreas de hoja de coca reconocidas por el gobierno. En busca de revertir la situación, el gobierno adquirirá cacao y café del VRAE como parte de la estrategia contra el narcotráfico, según un vocero del estatal Programa Nacional de Apoyo Alimentario.
Eduardo Montauban, gerente general de la Cámara Peruana del Café y Cacao, dijo que cacao tiene un mercado asegurado, "no tiene límite para exportar, además hay un mercado interno que cada vez necesita más por la presencia de industrias de chocolates". Los productores reclaman al gobierno una agresiva política de promoción del cacao en el exterior, asistencia técnica, fuentes de financiamiento, sostiene Bocángel.
Con 56.000 hectáreas sembradas, Perú es el segundo productor mundial de hoja de coca detrás de Colombia. Aunque la hoja de coca es legal para usos medicinales, alimentarios y rituales, las autoridades consideran que un alto porcentaje (92%) se va al narcotráfico.
Los programas de sustitución de cultivos tienen grandes dificultades pues para el Estado o los compradores muchas veces es difícil competir con los precios que pagan los narcotraficantes.
-AFP-
Gracias a un programa de desarrollo alternativo financiado por Estados Unidos, el cacao ha tenido un fuerte impulso en los últimos años en Perú, lo que ha derivado en sustitución de cultivos de coca en algunas zonas, siendo particularmente exitoso el modelo de la norteña región de San Martín.
Pero también sucede el fenómeno inverso: la sureña región de los valles del río Apurímac y Ene (VRAE), tradicionalmente cacaotera, es ahora la de mayores cultivos de coca en Perú.
"El cacao ha servido para que miles de familias abandonen la coca. De ser perseguidos por la policía han pasado a convertirse en agricultores de un producto que les ayuda a vivir y desarrollarse", dice Hiderico Bocángel, presidente de la Asociación Peruana de Productores de Cacao, que agrupa a 19 cooperativas en 11 regiones.
Osvaldo Castillo, un agricultor de la región de San Martín, dice que "éramos productores (de cocaína). Elaborábamos pasta, hacíamos drogas, lo sabíamos todo". Relata que él y otros cocaleros fueron perseguidos por la guerrilla y por la presión estatal y pasaron a otra cosa. "El cacao ha sido una salvación para nosotros".
Bocángel explicó a la AFP que en el VRAE la lucha es permanente. "Pese a ser una zona tradicionalmente de cacao, el precio de la hoja de coca y la presión de narcotraficantes gana a los agricultores, que se inclinan por el cultivo ilícito".
"Aunque en estos últimos años muchos campesinos están volviendo al cacao y al café, necesitan el apoyo del gobierno en seguridad por la presión que se ejerce sobre ellos para que siembren coca", dijo.
Unos 28.000 productores, la mayoría pequeños agricultores, se dedican al cacao en Perú. La producción de cacao en 2009 llegará a las 30.000 toneladas, un 10% más que el año pasado, de las cuales se exportarán un 87% entre cacao convencional, orgánico, aromático, en pasta, en granos y otros.
La conversión se realiza con buen resultado: el cacao peruano participó en el Salón del Chocolate en París a mediados de octubre. En el VRAE se producen 15.000 hectáreas de cacao pero esta cifra es superada por las 16.000 hectáreas de hoja de coca reconocidas por el gobierno. En busca de revertir la situación, el gobierno adquirirá cacao y café del VRAE como parte de la estrategia contra el narcotráfico, según un vocero del estatal Programa Nacional de Apoyo Alimentario.
Eduardo Montauban, gerente general de la Cámara Peruana del Café y Cacao, dijo que cacao tiene un mercado asegurado, "no tiene límite para exportar, además hay un mercado interno que cada vez necesita más por la presencia de industrias de chocolates". Los productores reclaman al gobierno una agresiva política de promoción del cacao en el exterior, asistencia técnica, fuentes de financiamiento, sostiene Bocángel.
Con 56.000 hectáreas sembradas, Perú es el segundo productor mundial de hoja de coca detrás de Colombia. Aunque la hoja de coca es legal para usos medicinales, alimentarios y rituales, las autoridades consideran que un alto porcentaje (92%) se va al narcotráfico.
Los programas de sustitución de cultivos tienen grandes dificultades pues para el Estado o los compradores muchas veces es difícil competir con los precios que pagan los narcotraficantes.
-AFP-
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