Los negritos y su rítmica energía a la Virgen de la Puerta de Otuzco

El sonido rítmico de los tambores y la música acompasada que los acompaña, retumba por calles y plazas anunciando la presencia en peregrinación de la Virgen de la Puerta, todo un espectáculo musical y religioso que acompaña a las innumerables muestras de fe.

Los encargados de promover esa suerte de banda sonora característica de las festividades marianas en la región La Libertad son los llamados “negritos”, un grupo de danzantes pintados y preparados para escenificar la devoción del pueblo católico que se postra a los pies de su “Mamita celestial”.

El origen de los “negritos” se remonta a la época colonial, cuando en las haciendas de Laredo convivían esclavos de diversas nacionalidades. Cuentan que algunos de ellos, probablemente africanos, llegaron hasta Otuzco y al sentirse cautivados por la bella imagen de la madre de Cristo comenzaron a bailar y cantar en su honor.

En mi caso, pude acercarme a sus tradicionales danzas gracias a un amigo conocido, curiosamente, como Oliwer. Verlo en acción, moverse al ritmo de su inocultable devoción en los ambientes de un colegio de la urbanización Santa María, me resultó realmente conmovedor.

Fue allí cuando comprendí el valor de la música como medio de íntima expresión más allá de su ya conocido lenguaje de jolgorio. La percusión básica, utilizada para evocar la cercanía del hombre con la divinidad, pareciera entonces remontar al primer contacto del infante con el latir del corazón de su progenitora.

Así, experimentándolo con plenitud y fe, ver a los “negritos” es una experiencia mística en todos y para todos los sentidos. 

Con el correr de los años volví a verlos el año 2001, durante la cuarta peregrinación de la venerada imagen a Trujillo. En esa ocasión, y casi enfrentando a un mar humano y a cientos de vehículos, llegué a situarme en una zona ideal para apreciar la procesión y a los “negritos” en compañía de mi emocionado padre.

Y es que, por si no lo había mencionado, mi gusto por la danza ofrendada a la Virgen María fue sin duda heredada de mi querido “viejo”, quien fue uno de los “negritos” por más de 30 años, debido seguramente a su raíz otuzcana y a pesar de su condición de confeso agnóstico.

Precisamente fue él quien me enseñó algunos de los versos que suelen propalar los devotos artistas durante su paso por la ciudad. Recuerdo algunos de ellos que, a la letra, decían: “Virgen madre de la puerta eres reina del Perú. A los ciegos dales vista y a los enfermos salud”. “Por esta reina divina tenemos felicidad, nos tuvieron prisioneros y ella nos dio libertad”. 

Son frases salidas del alma de quienes profesan su intenso amor por la Virgen de la Puerta, quizá por ello escucharlas al son de los tambores me produce una emoción indescriptible pero, sin duda, satisfactoria. 

Si usted los ve en alguna ocasión, no deje de escucharlos y admirarlos. Son niños, adolescentes, jóvenes y adultos de alma y corazón ataviados con sombrero de junco, una flor roja y una cadena a la cintura con el rostro oscurecido con betún u hollín. 

Son los “negritos” que ahora han adaptado sus ritmos a los actuales para congraciarse con sus cada vez más impetuosos seguidores, pero siempre pensando en rendir homenaje a su “Mamita de la Puerta”. Para ella, va dirigida toda su rítmica energía a través de contagiosa rimas que son, en verdad, bellas oraciones al paso. “Que linda sales patrona bailando en tu procesión, con tus manitas benditas échanos tu bendición”.

Por: Davinton Castillo

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