Estos nacimientos cholos representan a la virgen María, San José y el Niño Dios con vestimenta típica del lugar y son de contextura gruesa.
El nacimiento o llamado misterio es la escena más importante dentro de la festividad de Navidad para recordar el natalicio de Jesús, los hay pequeños o grandes, rústicos o sofisticados, de cerámica, barro u otro material y algunos de formas peculiares relacionándolos con escenas costumbristas, como lo hacen en el caserío de La Encantada, en el distrito de Chulucanas (Piura).
Nacimientos campesinos
Estos nacimientos campesinos como les denominan esculpen a una virgen María, San José y el Niño Dios con la contextura y vestimenta típica, de postura redonda y con largas trenzas que caen sobre los hombros para las figuras femeninas, mientras los hombres son representados con sus alforjas y otros utensilios de uso diario como vasijas o jarras, todo ello con la finalidad de no perder su identidad.
Uno de estos ceramistas que considera muy importante identificar a la población a través de su arte es Emilio Antón, quien desde hace 22 años elabora estas obras de arte que denominan nacimientos campesinos, los cuales son únicos pues como son hechos a manos y no se utilizan moldes, siempre tendrán diferencias uno con otro.
Elaboración de las piezas de arte
El ceramista Antón Flores, uno de los más reconocidos de La Encantada, nos cuenta que estas piezas son hechas empleando la técnica positivo negativo, la misma que utilizaron en la cultura Vicús, 500 años antes de Cristo, donde se pasa por 22 fases para su elaboración entre la que figuran la recolección de la arcilla, el tamizado, secado, amasado, tallado, quemado, decoración entre otras etapas.
Luego del largo proceso se obtienen las figuras deseadas que durante las fiestas navideñas permiten recrear un nacimiento cholo, donde se expresa una cultura viva de la época de la carreta, es decir de los años 40 o 50, cuando no había otro tipo de transporte y la población se identificaba mayoritariamente con el trabajo de campo, que hasta ahora en algunas familias se considera la actividad principal.
Un aporte final para obtener estas piezas, bajo la técnica positivo negativo, lo brinda la hoja de mango la cual, según nos cuenta el ceramista, se quema y el humo que se encierra dentro de un horno ayuda a dar matiz a las zonas que se quieren oscurecer, creando verdaderas obras de arte.
El ceramista
Emilio Antón, quien actualmente tiene 44 años, nos cuenta que 22 años ha dedicado a este arte y ha elaborado más de dos mil nacimientos algunos con tendencia abstracta, costumbristas, perfilados, como dice él es de acuerdo al pedido que realice el cliente, los cuales han sido también exhibidos y enviados hasta países como Estados Unidos, Colombia, Chile, Brasil, España, Francia, Ecuador, entre otros que incluso no llega a recordar.
El año pasado exhibió su arte en diferentes estados norteamericanos como Washington, New York, Atlanta, Miami, donde hubo estadounidenses que le realizaron pedidos pues en algunos casos se trataba de personas que coleccionaban piezas únicas y su trabajo les llamó mucho la atención pues valoraron el uso de técnicas ancestrales y el trabajo manual.
Y para esta navidad ha elaborado 8 nacimientos a pedido de empresas y personas que desean tener un misterio que no se parece ni se encontrarán en otro parte.
Nacimiento ganador
El pasado mes de noviembre se realizó en La Encantada un concurso para elegir al mejor nacimiento de barro, ahí participaron 28 artesanos y donde Don Emilio ocupó el primer puesto con su trabajo presentado bajo el nombre “la nobleza del barro” el cual está compuesto de 20 objetos, entre la virgen, San José, el Niño Dios, el burro, la vaca, la carretera, la ramada o choza y otras piezas que conforman la obra de arte.
La elaboración de todas las piezas le demandó un trabajo de más de un mes, estas tienen una altura entre 28 a 35 centímetros y tuvieron acabados de primera con las técnicas ancestrales empleadas.
La Encanta
Este caserío se ubica a cinco kilómetros del distrito de Chulucanas y en esta tierra se encuentran más de 150 talleres de cerámica, cuyo arte lo heredaron de alguien a quienes los lugareños consideran un maestro que es Max Inga, cuyo legado se transmite de generación en generación y no solo dentro de esta familia, sino de otras que han convertido esto en su medio de vida y difusión de la cultura.
Por: Lina Fiestas
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