Ver las jugadas que hace un deportista en la cancha llama la atención, pero si esto hace un invidente causa admiración.
Cómo saber cuál es el color rojo o blanco, cómo ubicarse, cómo saber qué calle se debe seguir, si una persona simplemente no puede ver, ¿ser invidente es una tragedia?, hoy justamente pude comprobar que no. El perder la vista no es una tragedia, por el contrario se convierte en una lección de vida.
Como muchas personas comentan “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, es un adagio que se ajusta perfectamente a esta historia.
Un grupo de personas no discapacitadas, sino con habilidades diferentes visitó Cajamarca para participar en las olimpiadas especiales, donde más llama la atención el futsal de ciegos.
El fútbol, fulbito y el futsal se caracterizan porque la barra apoya a su equipo con cánticos o alguna frase, pero en este caso, el árbitro pide silencio a la tribuna o de caso contrario los jugadores no escucharán a la pelota.
¿No escuchar a la pelota?, ¿escuché bien?, y una señora cuyo nombre desconozco me saca de la ignorancia y dice “es una pelota especial que lleva cascabeles en su interior para seguirla a través del sonido”.
En los instantes que todos observaban el encuentro, un vaso de plástico cayó dentro del campo, llevado por el viento de la tarde, algo que normalmente no llama la atención, pero uno de los jugadores que estaba en la banca, a pesar de ser ciego, si se percató de este hecho, entre sonrisas y haciendo una broma decía “hay un vaso en el campo, paren el juego”.
Algo que hizo a reir a mandíbula batiente fue lo que dijo uno de los jugadores "señor árbitro eso fue falta pateó a mi compañero yo lo vi, yo lo vi"
La pelota seguía rodando por el campo y solo quedaba admirar, cómo personas que no pueden ver han desarrollado el sentido del oído para saber dónde está la pelota, y finalmente saber hacia dónde patear.
Terminado el encuentro, cuyo resultado en estos casos es lo que menos importa, porque se trata de un acto de confraternidad, busco a Josepi Gonzales, el capitán del equipo de Piura, que terminaba de enfrentar a la selección cajamarquina y aún cansado comenta como todo un deportista profesional, fue un partido disputado, todos la luchamos.
La inevitable pregunta fue, cómo te sientes, y con una alegría que muchos quisieran tener, Josepi contesta “nosotros nos sentimos vivos cuando practicamos deporte, tratamos de demostrar a las personas que nos pueden ver, que nosotros podemos hacer diferentes actividades”.
A manera de reflexión, puedo decir que ver a un grupo de personas invidentes jugando el ‘deporte rey’, es una gran lección de vida y comparto el pedido de Josepi, quien perdió la vista hace once años en un accidente de motocicleta. “El Estado debe propiciar un mayor apoyo y así crear mejores oportunidades para el desarrollo de las personas con habilidades diferentes”.
Por: Luis Asencio
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