Los expertos recomiendan hablarle claramente sin modificar las palabras ni usar diminutivos. Las canciones, el tono de la voz y las historias son algunas herramientas que estimulan su lenguaje.
Entre el primer y el segundo año de edad, los niños y niñas empiezan a decir sus primeras palabras. Aunque puede ser una etapa complicada para los padres, es fundamental que estimulen sus ganas de expresarse, de eso dependerá que tengan una adecuada comunicación cuando crezcan.
Cada vez que un padre o una madre se dirige a su hijo o hija, éste recibe un estímulo y reacciona, formando conexiones cerebrales, según menciona la Dra. Pia Rebello, neuróloga y asesora de Unicef. De hecho, debemos estimular no solo el lenguaje verbal sino también el corporal desde que son bebés para que, conforme crecen, le sea más fácil expresarse.
Sobre cómo le hablamos al bebé, es muy importante tener en cuenta los tonos de voz, ya que son cruciales para que entiendan el mensaje, siempre con tono amable y diferenciando las emociones como la duda, sorpresa, alegría o tristeza. Unicef recomienda hablarle claramente sin modificar las palabras ni usar diminutivos, es decir, hablarles como lo hacemos regularmente sin usar un “tono de bebé”, pero siempre con mucho cariño y llamándole por su nombre.
¿Cómo estimular su lenguaje verbal según su edad?
Según el documento sobre Ejercicios de Estimulación Temprana desarrollado por Unicef en México, en el caso de bebés hasta los 6 meses, podemos empezar a estimular su lenguaje imitando los sonidos que hacen, cantándoles, hablándoles y sonriéndoles de forma continua.
Entre los 7 y 9 meses algunos ejercicios de estimulación temprana del lenguaje implican sacarlo de casa a dar paseos para que escuche sonidos diferentes, conversar con el bebé utilizando frases completas e incluyéndolo en las conversaciones familiares como si ya hablara. También funcionan contarle historias, mencionarle el nombre de cada alimento que ingiere y festejar sus primeros intentos.
De los 10 meses hasta el año ya podemos incluir palabras como “dame” o “ten” para que empiece a entender instrucciones sencillas, enseñarle a soplar, mencionarle las partes del cuerpo al bañarle y hacer sonidos de animales.
Para niños de 1 a 2 años, se recomienda pedirles que señalen o busquen diferentes objetos, tomar su mano y colocarla en alguna parte de su cuerpo mientras le dices: “esta es tu nariz”, y después preguntar: “¿dónde está tu nariz?”. De igual manera ayudan mucho las canciones infantiles, pronunciar su nombre, conversar y explicarle lo que ve cuando realizan salidas.
Entre los 2 y 3 años ya se pueden aplicar ejercicios más completos como repetir su nombre y apellido, pedirle que explique dibujos, leerle historias y preguntarle sobre lo que acaban de oír, jugar a repetir números y palabras. Sobre todo en esta etapa, es importante que los padres estén prestos a responder todas sus dudas.
Finalmente, a los niños de 3 a 5 años se les debe empezar a explicar para qué sirven los objetos, inventar juegos, leer cuentos, enseñarles las figuras geométricas, conversar sobre lo que hicieron en la escuela, incluir el aprendizaje de números, diferenciar entre derecha e izquierda y hacer adivinanzas.
¿Qué no hacer?
Además de hablarle claramente sin modificar las palabras ni usar diminutivos, algunas cosas generales que se deben evitar son forzar a que el niño o niña diga ciertas palabras, hacerle sentir mal si demora en pronunciar sus primeras palabras o compararlo con otros niños, pues cada uno tiene un desarrollo particular. Los especialistas también aconsejan no facilitarle las cosas con el primer balbuceo, sino animar al niño o niña a esforzarse y tratar de decir expresamente lo que desea antes de dárselo.
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