La celebración ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación. Para un pueblo golpeado por las inclemencias del Niño Costero, el reconocimiento es un aliciente para fortalecer su fe.
El año pasado, todas las miradas se volcaban hacia el distrito de Catacaos debido a la tristeza y penumbra que le dejó el 'Niño Costero'. Solo un año después, las miradas regresan a esta ciudad piurana, pero para mirar la alegría y fiesta con la que se preparan para celebrar la Semana Santa. Y es que el mismo día denominado Miércoles de Ceniza, el pueblo de Catacaos recibió la noticia de que su fe, sus tradiciones y costumbres religiosas habían sido reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación.
El Ministerio de Cultura, a través de la resolución viceministerial 022-2018 hizo tal reconocimiento porque se trata de una festividad llena de fervor religioso, de reivindicación étnica y porque relata a través de símbolos y tradiciones su herencia prehispánica.
Se trata de un legado que dejaron los españoles desde 1533, desde el tiempo de la conquista. Así lo comenta el periodista e historiador Manuel Cielo Sosa, quien narra que fue el fray Juan de Sosa quien trajo por primera vez la Biblia y el Jesucristo a Catacaos. “Se empezó a evangelizar al pueblo de Catacaos y ahí se realizó la primera misa del Perú y de América. Luego, esta tradición se llevó hacia Cajamarca, Ayacucho y Cusco”, cuenta el periodista.
Para Manuel Cielo, la Semana Santa nace en Catacaos, con la mezcla de las tradiciones españolas y las costumbres de los cataquenses, quienes no se resistieron a la evangelización y mas bien añadieron su idiosincrasia a esta fiesta religiosa que ahora es reconocida en el norte del país.
Su importancia
¿Qué significa que esta fiesta haya sido declarada como Patrimonio Cultural de la Nación?. La titular de la Dirección Desconcentrada en Piura, Carolina Vílchez, explicó que la importancia radica en perpetuar las tradiciones y costumbres, para que no se dejen de practicar. “Esta declaratoria es importante porque propicia la sistematización de los conocimientos que los pobladores tienen de su expresión cultural. Un morador comprende la importancia que tiene el patrocinio para su identidad y como vehículo de su desarrollo. Es una herramienta valiosa para salvaguardia de esta expresión”, precisó Vílchez.
Al respecto Manuel Sosa comenta que con el paso de los años, varias costumbres y detalles de la Semana Santa se han ido perdiendo. Por ejemplo, recuerda que en antaño se utilizaba un asno real para conmemorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, en cambio ahora no todas las iglesias lo hacen. También recuerda como estaba prohibido meterse al agua en jueves y viernes santo porque se decía que la persona se convertía en pescado.
Asimismo, no estaba permitido silbar durante el viernes santo porque se decía que era acompañar al diablo. Don Manuel Cielo recuerda como antes la población utilizaba una cinta negra como señal de luto y los “chicheríos”, lugares donde se vendía comida, colgaban banderas blancas con plumas como señal de la venta de chicha de jora y pavo.
“Todas esas costumbres se han ido perdiendo con el paso de los años, ahora muy pocas personas la practican”, dice el periodista. Y antes que se olviden, el Ministerio de Cultura decidió perpetuar en el tiempo esta celebración sagrada. Así lo explica Carolina Vílchez, "estamos a puertas de esta festividad muy tradicional que tiene reminiscencia de origen prehispánico, ya que es una amalgama de prácticas comunitarias y religiosas que tienen los pobladores que se plasman en esta tradición”.
Los 7 potajes y los viernes de malarabia
Solo en Piura se puede comer “malarabia”. Un plato que consiste en la mezcla de plátano maduro machacado con queso, siempre va acompañando al arroz, menestra y pescado. Todos los viernes desde el inicio de la cuaresma es costumbre comer este platillo. Y en Catacaos, todos los restaurantes lo preparan para mantener la tradición.
En Semana Santa, la costumbre manda que en jueves y viernes santo, las familias más acaudaladas de la ciudad sirvan los 7 potajes a la población. Es así que este año, las personas que continuarán con la tradición son el depositario Manuel Yarlequé Saavedra y el doliente Jorge Luis Yarlequé Chiroque. El depositario lo hará el jueves santo y el doliente el viernes santo. En total se ofrecerán más de 6 mil platos de comida.
Los siete potajes consisten en: una entrada de frutas, una porción de queso y aceitunas, ají de gallina, sopa de ave, arroz con estofado y sopa de pan, el sexto platillo es carne hornada y el último durazno con almíbar. Estos son servidos en la casa del depositario y doliente.
Catacaos y la reconstrucción
Para el alcalde de Catacaos, Juan Cieza, el reconocimiento es un impulso para retomar el desarrollo del distrito. Porque luego del 27 de marzo, cuando se desbordó el río Piura, la ciudad quedó devastada. Y a pesar de que la Autoridad de la Reconstrucción les ha anunciado un paquete de obras de saneamiento, el proceso de reconstrucción avanza muy lento.
“Es hora que no le den la espalda a Catacaos, es hora que las autoridades que tienen capacidad de decisión miren al distrito y no permitan que siga sufriendo las consecuencias del Niño Costero”, indicó la autoridad.
Para las celebraciones de Semana Santa, el alcalde comentó que el distrito se prepara para recibir alrededor de 35 mil turistas entre el jueves y viernes santo, el 29 y 30 de marzo, respectivamente. Y es que incentivar el turismo hacia Catacaos podría reactivar la economía del distrito a través de la venta de comida, joyería y artesanías.
A pesar de sus carencias, al distrito de Catacaos le sobran energías para celebrar la Semana Santa. Se prepara para las procesiones, la representación del Vía Crusis, el recorrido del Santo Sepulcro, el encuentro de Cristo con su madre, etc. La fe se mantiene entre un pueblo que no ha abandonado sus tradiciones, ellos esperan que las autoridades tampoco los abandonen.
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