El debate viene evidenciando, una vez más, que la mayoría de los congresistas vive en un mundo paralelo en el que cada uno intenta satisfacer los impulsos populistas de sus respectivos electorados, sin atinar a dotarse de una idea global de los recursos disponibles y las prioridades objetivas.
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Como si no estuviéramos viviendo una época de recesión económica, incertidumbre climática y crisis institucional, la mayoría de los congresistas ha desplegado toda su ligereza y todo su populismo frente al proyecto de presupuesto elaborado por el Ejecutivo. Mañana vence el plazo para que el Congreso apruebe un presupuesto que incorpore las modificaciones formuladas por las diferentes bancadas. En caso contrario se aprobará la versión original presentada el pasado mes de agosto. Pero la adición de las demandas solicitadas por las diferentes bancadas se eleva a 17 mil millones de soles, es decir 27 veces más que el monto promedio de lo solicitado los últimos diez años. El debate viene evidenciando, una vez más, que la mayoría de los congresistas vive en un mundo paralelo en el que cada uno intenta satisfacer los impulsos populistas de sus respectivos electorados, sin atinar a dotarse de una idea global de los recursos disponibles y las prioridades objetivas. El número total de demandas se eleva a 969, de las cuales más de una tercera parte corresponde a Alianza para el Progreso y Fuerza Popular, es decir las bancadas que ocupan respectivamente la presidencia y la primera vicepresidencia del Congreso. Las demandas corresponden a 26 inversiones del gobierno nacional, 68 de gobiernos regionales y 739 de gobiernos locales. Dando muestras de ligereza, una cuarta parte de las demandas ni siquiera cuenta con expediente técnico. Nuestro país necesita un presupuesto equilibrado y realista, que permita reducir la pobreza, la inseguridad alimentaria y las graves brechas sociales. Pero no podemos tomar el camino de Argentina, es decir el de gastar más de lo que se tiene, para terminar exponiendo a la población al desempleo, la inflación y las consecuencias del déficit como método y el endeudamiento como subterfugio. ¡Haga un esfuerzo, señor José Jerí y recuerde que en años pasados se logró aprobar un presupuesto por unanimidad!
Las cosas como son
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