Si es cierto que el presidente Martín Vizcarra mintió, el silencio de Keiko Fujimori la hizo cómplice de esa mentira.
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Las relaciones entre el Ejecutivo y el partido mayoritario en el Congreso, Fuerza Popular, parecen haber entrado nuevamente a una etapa de turbulencias imprevisibles. Martín Vizcarra y Keiko Fujimori han ventilado en público sus respectivas versiones sobre las reuniones que sostuvieron durante los primeros meses de esta presidencia. La realidad de esas reuniones fue revelada por la lideresa fujimorista, rompiendo al parecer el acuerdo de realizarlas y mantenerlas en reserva.
Voceros del fujimorismo han afirmado que Martín Vizcarra mintió al desconocer esas reuniones y al asegurar que una tercera reunión solicitada por Keiko Fujimori fue rechazada por la presidencia. De manera que la nueva actitud mostrada por el discurso presidencial del 28 de julio podría tener precedentes y sería fruto de un cambio de la actitud conciliadora con la que Vizcarra se inauguró en la presidencia, a fines de marzo. Al parecer, parte de las fricciones estuvieron relacionadas con la voluntad del fujimorismo de lograr la salida de la ministra de Salud, Silvia Pessah, mientras se discutía la ley de alimentación saludable que introdujo el uso de octógonos en las etiquetas de alimentos envasados.
Recordando sin duda el precedente de la censura del ministro de Educación Jaime Saavedra que inició la caída de Pedro Pablo Kuzcynski, Vizcarra se habría negado a cambiar su ministra y semanas después lanzó la idea del referendo sobre la reforma judicial y la reforma política. Más recientemente, Vizcarra ha reactualizado la posibilidad de solicitar la confianza en su gabinete, abriendo la posibilidad de una disolución constitucional del Congreso.
Si Vizcarra mintió, Fujimori fue cómplice
En cualquier caso, el actual clima de fricción, desconfianza y acusaciones recíprocas no es bueno para el país. No ayuda a concentrar las energías en lo que debe ser la prioridad de todos los actores políticos: la lucha contra la corrupción, la reforma de las instituciones y la reactivación económica para generar riqueza, empleo y mejoras en las condiciones de vida de los peruanos.
Si fuera cierto que el presidente Vizcarra mintió, el silencio de Keiko Fujimori fue cómplice de esa mentira. Y ahora, más desacreditada que nunca en los sondeos, buscaría movilizar a sus partidarios oponiendo las reformas propuestas por Vizcarra a «las verdaderas necesidades de la población, la anemia, las heladas, la reconstrucción, el CTS de algunos trabajadores, las pensiones militares, el ahorro en gastos de publicidad, etc.».
Cualquier salida razonable a la crisis política pasa por el diálogo y la concertación. Todas las alternativas al diálogo son aleatorias y aventureras. Los que no asuman la demanda popular de políticas responsables y actitudes concertadoras lo pagarán en las urnas.
Preacuerdo comercial
Si necesitamos ejemplos en la escena internacional, veamos el preacuerdo alcanzado este lunes por Estados Unidos y México. La exacerbación entre los dos vecinos parecía haber llegado a un punto de no retorno. La presión de la migración mexicana y los prejuicios xenófobos parecían condenar al fracaso a un acuerdo que durante 25 años permitió que México colocara 80% de sus exportaciones en el mercado de Estados Unidos.
Por supuesto que temas importantes siguen pendientes, la industria automotriz, la propiedad intelectual, el comercio digital y la solución de controversias. Sin hablar de la situación de Canadá. Pese a todo, ambas partes supieron evitar la ruptura y ahora podrían cosechar un nuevo acuerdo que no será ideal, pero que evita lo peor. Esperando tiempos mejores, en los que el comercio y el diálogo reemplacen a la diatriba y las bravatas nacionalistas.
Las cosas como son
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