La exministra Zulema Tomás ha relatado las tres semanas de lucha contra el coronavirus y su experiencia la resume en una exhortación formulada “desde el fondo de su corazón”: quédense en casa.
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La exministra de Salud Zulema Tomás ha relatado las tres semanas durante las que su vida dependió de una lucha incierta entre su sistema inmunológico y el coronavirus. Para reforzar sus defensas recurrió al reposo absoluto, al consumo de grandes cantidades de líquido y de alimentos con proteínas como pollo, pescado, hígado y lentejas. Su experiencia la resume en una exhortación formulada “desde el fondo de su corazón”: quédense en casa.
Y en efecto, cualquiera sea la decisión que el gobierno tome sobre el régimen bajo el que viviremos desde el próximo lunes, tendremos que seguir respetando la distancia social tanto como nos sea posible. Debemos aceptar lo mucho que nos cuesta mantener la disciplina. En Alemania no se ha tenido que prohibir nada, para que la población dé muestras de su apego a la vida evitando favorecer el contagio. Sus resultados son los mejores de Europa. Y gradualmente se dispone a poner totalmente en marcha su poderoso aparato productivo. En el Perú, tenemos que asumir algunas realidades duras que no favorecen el fin de la cuarentena: las cifras de contagios no han decrecido, las pruebas de despistaje que se vienen practicando son insuficientes, no tenemos la capacidad hospitalaria requerida, carecemos de los recursos para reconstruir la red de relaciones de los contagiados, en un gran porcentaje de nuestro territorio no ha habido hasta ahora exposición al virus. Esto último vale sobre todo para nuestras comunidades nativas. Pero sabemos por lo sucedido con la etnia Navajo en Estados Unidos, que las consecuencias de un solo contagio podrían ser devastadoras.
Otro desafío es el que plantea el año escolar. Así como se hace necesario tomar en cuenta tanto la prioridad sanitaria como las exigencias económicas, resulta indispensable asegurar a la vez el derecho a la educación y el derecho a la salud. La Directora General de la UNESCO ha afirmado que, a nivel mundial, “el aprendizaje a distancia hace surgir alarmantes brechas digitales”. La Unión Internacional de Telecomunicaciones y la Coalición mundial para la Educación COVID-19 han analizado la situación que se vive en los 191 países que han suspendido las clases presenciales. Los maestros también requieren formación para impartir clases en línea, pero ese apoyo es escaso en los países de bajos ingresos. Audrey Azoulay concluye que no bastan los medios digitales y que éstos deben ser complementados por emisoras de radio y televisión.
El confinamiento y la incertidumbre sobre el futuro tienen consecuencias económicas, sociales y educativas, pero también mentales. El psiquiatra y neurólogo francés Boris Cyrulnik es conocido por haber popularizado el concepto de “resiliencia” para definir la capacidad humana de sacar provecho de las desgracias. Cyrulnik, cuyos padres fueron incinerados en los hornos de Auschwitz, ha recordado que la peste negra del siglo XIV contribuyó de manera decisiva a terminar en Europa con el régimen de esclavitud feudal. En este caso, Cyrulnik destaca que el actual estado de hibernación de la economía ha causado ya una disminución de la contaminación e incluso del número de casos de cáncer. “Quizás vivamos después un cambio con una profunda raíz ecológica”, se aventura a decir. Refiriéndose a la catástrofe que estamos viviendo actualmente, el también asesor del presidente Macron afirma: “Resisten mejor los que tienen más confianza en sí mismos y los que tienen mejor dominio del lenguaje, lo que les permite contar lo que les pasa”. Pero añade: “Si tienen, claro, a quién contárselo, es decir una red afectiva de amigos y familiares”. García Márquez lo dijo a su manera en el título de sus memorias: “Vivir para contarla”.
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