La razón de la cuarentena ha sido evitar que se dispare la curva de contagios, lo que volvería imposible la atención hospitalaria de los infectados y la consiguiente multiplicación de muertes.
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Durante los próximos días sabremos si la cuarentena comenzará a ser levantada el próximo lunes 27. Su razón de ser ha sido evitar que se dispare la curva de contagios, lo que volvería imposible la atención hospitalaria de los infectados y la consiguiente multiplicación de muertes. Por esa razón se acuñó el concepto de “martillazo” a la curva, consecuencia de reducir tanto como fuera posible el contacto entre personas susceptibles de contagiar y ser contagiadas. Al cabo de cinco semanas de aislamiento social y toque de queda, las cifras muestran ciertos progresos, pero no ofrecen certidumbres sobre la evolución de la pandemia en nuestro país. La cuarentena es solo un recurso preventivo cuando no existen medicamentos ni vacunas. Pero su éxito depende de la disciplina con la que se respete. Puesto que no tenemos alternativa, solo nos queda aprender a aceptar las restricciones y preparar una transición ordenada y progresiva a la llamada “normalidad” de la vida fuera de los hogares, en los centros de trabajo, en las escuelas, los espacios comerciales y el transporte público.
El caso de los países que recibieron antes que nosotros el impacto del coronavirus y supieron resistirlo permite sacar algunas lecciones: 1) Es indispensable seguir practicando el mayor número posible de pruebas. Ellas permiten salvar vidas pero también conocer con precisión los lugares de mayor riesgo. 2) Mantener el uso de máscaras y de la distancia social. Esta necesidad es particularmente notoria en los mercados, en los que se cruzan muchas personas. 3) Organizar los hospitales y dotarlos de los equipos necesarios para los pacientes y para el personal. Sabemos que ha seguido creciendo la lista de infectados entre los médicos, las enfermeras y el personal sanitario, verdaderos héroes de la salud.
Finalmente se aclaró el misterio de las cifras asombrosas de Alemania. El director del reputado Instituto Robert Koch reveló que hace ocho años, a pedido del Congreso, diseñaron un simulacro de reacción ante un virus agresivo de origen asiático que infectaría a millones y mataría a 120,000. Hasta nombre le pusieron “Modi Sars”. Lo hecho durante las últimas semanas no fue sino aplicar la plantilla: número de camas, equipos médicos, ventiladores, pruebas, aislamiento social y blindaje a la población de alto riesgo. Desde que apareció el primer caso el 22 de enero en un pequeño pueblo bávaro todos sabían que hacer y aislaron a todas las personas en contacto con el contagiado. Los resultados están a la vista. Y confirman el aforismo atribuido a Napoleón: “Gobernar es prever. No prever nada es correr hacia el desastre”.
En nuestro país Alonso Segura, Piero Ghezzi y Alfonso de la Torre publican un amplio artículo en La República, bajo el título de ¿Qué hacemos cuando el martillo no chanca? Los tres economistas sostienen que no se ha logrado aplanar la curva y que resulta indispensable aplicar un Plan B. Después de multiplicar propuestas sectoriales, el artículo concluye citando a la actual presidenta de la Comisión Europea, la doctora Ursula von Leyden: “No se puede superar una pandemia de esta velocidad o esta escala sin la verdad. La verdad, sobre todo: los números, la ciencia, la perspectiva, pero también sobre nuestras propias acciones”.
El New York Times da cuenta de una investigación hecha por psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte sobre los traumatismos generados por los atentados terroristas y el derribo de las Torres Gemelas. La conclusión es que los hechos mismos (que son iguales para todos) no definen la amplitud del daño mental. La vulnerabilidad es mucho más acentuada entre quienes solo recuerdan los aspectos atroces, la angustia y la muerte. Quienes recuerdan el heroísmo de los bomberos, la valentía de los que salvaron vidas, la voluntad de reconstruir sufre menos daños. Lo dijo a su manera el filósofo estoico Epicteto: “Lo que perturba a los hombres no son los hechos, sino la idea que se hacen de los hechos”.
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