La prisión preventiva de 34 meses impuesta por la Justica al excongresista José Luna Morales es una nueva prueba de la independencia de la Fiscalía y de su determinación de actuar en todos los frentes de nuestro espectro político.
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La prisión preventiva de 34 meses impuesta por la Justica al excongresista José Luna Morales es una nueva prueba de la independencia de la Fiscalía y de su determinación de actuar en todos los frentes de nuestro espectro político. Su detención es consecuencia de la investigación llevada a cabo por la Fiscalía, que considera a Luna Morales dirigente de una organización criminal que utilizó a miembros del disuelto Consejo Nacional de la Magistratura para obtener nombramientos de funcionarios dispuestos a servir sus intereses empresariales y políticos.
La rápida intervención fiscal tiene lugar en momentos en que se trata de desacreditar a la Fiscalía, tal como intenta el presidente Castillo y su defensa legal. También el ministerio del Interior ha hallado una nueva razón para criticar a la Fiscalía: la presencia del coronel Harvey Colchado cuando el anuncio de la denuncia constitucional contra el presidente Castillo. Pero es nada menos que la Dirección nacional de investigación criminal que ha considerado adecuada la presencia del coronel Colchado, miembro de un equipo especial de investigación creado a pedido de la Fiscalía. Castillo no es sino el último avatar de una larga serie de personalidades políticas a las que no les gusta la Fiscalía cuando lleva a cabo investigaciones que les conciernen.
A diferencia de otros que optaron por huir, Luna Morales decidió entregarse a la Justicia, después de conceder una entrevista en RPP. El excongresista y regidor electo afirmó que lo propio de un inocente, como él se pretende, es aceptar el mandato de la Justicia. La Fiscalía y el Poder Judicial pueden cometer errores, como en todos los países del mundo. Pueden también actuar con lentitud. Lo que no pueden hacer es tomar partido por un campo y menos aun dejarse intimidar por el poder de turno.
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