Un informe del New York Times revela detalles de cómo se puede rastrear el movimiento de un teléfono asociado a funcionarios de los Estados Unidos, incluyendo al entorno propio presidente Donald Trump.
Sabemos que existe una nube sobre nosotros que sabe dónde estamos en todo momento, y es muy difícil librarnos de su vigilancia. Basta una simple conexión a Internet desde una celda de telefonía, y los datos de geolocalización de nuestro dispositivo electrónico es monitoreado inmediatamente. Sin embargo, el New York Times fue un poco más allá para aterrizar esa leyenda urbana en un informe completo de cómo, con insumos de acceso público, es posible hacer un mapa de calor de cualquier teléfono, incluyendo al entorno de seguridad del propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
La unidad “Times Privacy Project”, de acuerdo con el medio, obtuvo acceso a una base de datos con más de 50 mil millones de “pings” de ubicación, una consulta realizada desde un dispositivo a una conexión para conocer desde dónde se conecta. La información – disponible de manera pública, señala el medio – fue obtenida de una muestra aleatoria entre 2016 y 2017 y, con ayuda de organismos estatales, pudo ser evaluada sin mantener el anonimato, justamente para establecer la ubicación del presidente Trump en esas fechas.
Si revisas la publicación, veras que la investigación ha desarrollado una línea de tiempo terrorífica e interesante, en donde se traza el camino que el móvil de un agente del presidente Trump tuvo durante un solo día en Palm Beach, Florida.
“El propietario del dispositivo fue fácil de rastrear, revelando el perfil del trabajo y la vida de la persona. El mismo teléfono sonó una docena de veces en la oficina de campo del Servicio Secreto cercano y en eventos con funcionarios electos. Desde pantallas de computadora a más de 1,000 millas de distancia, pudimos ver a la persona viajar desde áreas exclusivas en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach hasta Mar-a-Lago”, señalan Stuart Thompson y Charlie Warzel, periodistas del NYT.
El artículo señala que el teléfono podría pertenecer a un agente del Servicio Secreto, cuya casa también aparece en el reporte. Lo preocupante es que personal del Pentágono y otras instancias claves en la Seguridad Nacional estadounidense pueden ser monitoreados y generar mapas de calor de sus pasos.
Hace unos años, la aplicación de ejercicios Strava estuvo en el ojo de la polémica tras revelar, por accidente, bases militares en Asia. Los miembros de las fuerzas armadas usaban la app para entrenar y correr cerca a las bases, y esta acción generaba mapas de calor que eran compartidas a todos los usuarios desde el sistema.
De acuerdo con un oficial del Departamento de Defesa consultado por New York Times, el mismo Pentágono ha mencionado que la privacidad de los propios empleados está comprometida:
“Queremos que nuestra gente entienda: no deben hacer suposiciones sobre el anonimato. No eres anónimo en este planeta en este momento de nuestra existencia. Todos son rastreables, rastreables, hasta cierto punto reconocibles”.
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