Luego de abrir la librería de los filtros a desarrolladores, la red social Instagram ha decidió implementar un mayor control sobre la comunidad y retirar creaciones que representen cirugías cosméticas sobre el rostro de los usuarios.
Tarde o temprano, hay que poner condiciones a los entornos digitales abiertos. Instagram ha decidido cambiar las condiciones para el uso de las librerías con las que los usuarios desarrollan los filtros de realidad aumentada, sobre todo en aquellas que le permiten al usuario simular cirugías faciales, inyecciones de Botox, aumento de labios, reacomodo del rostro y todo tipo de modificaciones que pueden ser logradas en un quirófano.
Investigaciones sugieren que los filtros que modifican el rostro pueden provocar que la gente se sienta un poco peor sobre su apariencia, y parte de la estrategia de la red sociales reducir el impacto negativo de sus recursos en la autoestima de los usuarios. Adam Mosseri, CEO de la submarca de Facebook, anunció en el F8 que Instagram está en abierta guerra contra el bullying.
Un vocero de la compañía mencionó que estas nuevas direcciones apuntan a proponer una red social más positiva: “Estamos reevaluando nuestras políticas, y queremos que nuestros filtros sean una experiencia positiva para nuestros usuarios”, mencionó un vocero de la compañía a BBC. “Mientras las revisamos, eliminaremos todos los efectos de la galería asociados a cirugías plásticas y no aprobaremos proyectos similares. Además, daremos de baja a los filtros reportados”.
En agosto, Facebook decidió incorporar un programa de creación de filtros en Instagram, con el que los usuarios pueden crear sus efectos virtuales para animar, distorsionar o incluir variantes mediante realidad aumentada. Filtros como Plastica y FixMe virtualizaban cirugías estéticas sobre los usuarios.
El creador del filtro FixMe, Daniel Mooney, mencionó que su obra era una “crítica a la cirugía plástica, mostrando el poco glamour que existe en el proceso. Mi intención no era mostrar una imagen perfecta, como puedes ver en el resultado final. La perfección esta sobrevalorada”, señaló al medio.
Instagram ha sido espacio frecuente para contenido ofensivo y que incitaba al odio. Incluso algunas etiquetas sobre autoflagelación fueron observadas de manera tardía por la aplicación. Uno de los casos más sonados fue el de Molly Russell, una menor de 14 años que se quitó la vida tras obsesionarse con contenido de daño auto infringido.
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