El abogado se siente feliz, bebe cerveza con Pepe y Tito y hasta le acepta una copa de yonque a don Gilberto.
Los González están alborotados por la presencia del abogado Ronald Cross que ha aceptado la invitación que le han hecho a almorzar. Y hasta obligan a Charo a preparar su plato de ají de gallina. “Es el más rico que haya probado”, le dice.
Y así mientras Charo cocina Pepe y Tito invitan a Ronald a tomar cerveza en la azotea. El abogado acepta de buen grado lo cual entusiasma a los muchachos. Desde el frente Francesca contempla la escena y sonríe porque ve que sus planes de unir a Charo con Ronald están funcionando.
Llega la hora de almorzar y Charo ha decorado la mesa del comedor con las flores que le trajo Ronald. Todos se sientan y Teresa se levanta de la mesa y le ofrece su lugar a Charo para que esté al lado de Ronald. El abogado prueba el plato que le ofrecen y queda encantado. Los González aplauden felices y le dicen una serie de indirectas a Charo que cada vez está más incómoda. “Me huele a pedida de mano”, le dicen Pepe y Tito.
Acaban de almorzar y Ronald anuncia que debe irse. “Ah no, antes de irse tiene que probar mi yonquecito, nadie se va sin probarlo”, le dice don Gilberto. Ronald bebe la copa y alaba las virtudes del destilado de don Gilberto. “Creo que se lo puedo ofrecer a mis cliente”, comenta.
Llega el momento de partir y todos se ponen a un lado expectantes de lo que creen ocurrirá. Pero Charo se limita a abrirle la puerta y Ronald sale. “¡Cómo, ni vuelve pronto, ni regresa o me llamas!”, le reclama Reyna. “¡Ya basta!”, dice Charo y se va a su cuarto. “¡¿Y quién va a lavar todo esto?!”, preguntan. “¡Ustedes, porque yo no pienso mover un dedo!”, responde Charo desde el interior de la casa.
Don Alejo sale de la casa y alcanza a Ronald antes de su suba a su auto. “Doctor Cross, tiene usted mi bendición para cortejar a mi hija”, le dice al abogado que lo mira complacido.