El control migratorio se extiende más allá de la frontera. Conoce la nueva estrategia que podría impactar a miles dentro de Estados Unidos.
En los últimos meses, la política migratoria en Estados Unidos ha vuelto a ocupar titulares, especialmente con los nuevos pasos que está dando el gobierno federal para reforzar el control dentro del país. Lo que antes parecía concentrarse únicamente en la frontera, ahora comienza a sentirse en otras partes del territorio, generando inquietud entre muchas comunidades inmigrantes.
Con más recursos, más agentes y una estrategia más amplia, las autoridades buscan actuar con mayor alcance y firmeza. Aunque las detenciones en la frontera han disminuido, el enfoque ha cambiado, y eso podría significar un impacto directo en la vida cotidiana de quienes aún no tienen su estatus migratorio en regla. Dicho esto, aquí te contamos lo que está pasando en EE.UU.
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Patrulla Fronteriza tomó esta medida para reforzar al ICE
En medio del endurecimiento de las políticas migratorias, el gobierno de Donald Trump ha puesto en marcha una nueva estrategia que refuerza el papel del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Con el descenso en los cruces fronterizos, la atención ahora se traslada tierra adentro, y más de 20 000 agentes de la Patrulla Fronteriza están saliendo de las zonas limítrofes para operar en diferentes partes del país. El objetivo es claro: ampliar la vigilancia y realizar arrestos de inmigrantes en ciudades y comunidades alejadas de la frontera.
Esta nueva medida llega luego de que las detenciones en la frontera cayeran drásticamente. En mayo, se registró un promedio de apenas 282 capturas diarias, una cifra muy por debajo del pico de más de 8 000 arrestos al día que se alcanzó en diciembre de 2023. Ante este panorama, Trump impulsa un ambicioso plan legislativo que busca destinar 8 000 millones de dólares para contratar 10 000 nuevos agentes del ICE y así intensificar su presencia a lo largo del país.
Uno de los cambios más importantes es que los agentes podrán actuar dentro de un radio de 160 kilómetros desde cualquier frontera o costa. Eso incluye muchas ciudades importantes donde residen millones de personas. Además, podrán abordar y revisar autobuses, trenes y embarcaciones sin necesidad de una orden judicial. Con esto, el gobierno amplía su capacidad de fiscalización migratoria más allá de las zonas de cruce tradicionales.
Sin embargo, no todo es carta blanca. Organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) han mostrado su preocupación, recordando que estas zonas de control abarcan áreas donde vive aproximadamente dos tercios de la población estadounidense. Aunque los agentes tienen más libertad de acción, hay reglas que deben seguir. Por ejemplo, para revisar un auto, necesitan tener una causa probable que justifique su sospecha. Aun así, cada situación se analiza caso por caso, lo que deja un amplio margen de interpretación.