Mario Vargas, quien evitó ser deportado de EE.UU. tras la intervención del Pontífice solicitada por su hija Jercy, expresa su dolor. Considera que sin él y su apoyo a los inmigrantes, no seguiría en el país.
Mario Vargas, padre de la joven Jercy Vargas, es un inmigrante que vive en Estados Unidos y se considera un "milagro viviente" del Papa Francisco y lamenta profundamente la noticia de su fallecimiento.
Vargas atribuye su permanencia en EE.UU. a las intervenciones del Pontífice en favor de los inmigrantes durante el gobierno de Barack Obama, cuando enfrentó un proceso de deportación. "Gracias a él, y a sus intervenciones para los inmigrantes estamos aquí todavía", afirmó Mario.
La historia de Mario Vargas, el "milagro viviente" del Papa Francisco
El vínculo de la familia con el Papa se remonta a 2014. Siendo una niña de diez años, Jercy Vargas viajó a Roma con activistas y entregó personalmente una carta al Papa Francisco, pidiendo una reforma migratoria y la liberación de su padre, quien había sido detenido por conducir con una licencia vencida.
El Pontífice abogó por la orden ejecutiva DAPA ese mismo año, aunque esta fue posteriormente bloqueada en las cortes. Pese a que la orden de deportación de Mario en Texas quedó sin efecto, él admite seguir sintiendo miedo por la cambiante situación legal de los inmigrantes.
Jercy, ahora una estudiante universitaria de 21 años en Boston, está "en shock" y "bien estresada" por la noticia, según relata su padre. El hermano menor de Jercy, Yanzi, ve la intervención papal como una "bendición de Dios" que inspiró a otros a luchar.
Recientemente recuperado de un trasplante de hígado, Mario Vargas siente que ahora tiene un "nuevo aliado en el cielo". La familia Vargas espera que la Iglesia Católica continúe el legado de Francisco, a quien creen que utilizó la "intervención divina" para salvar a Mario de la deportación.
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