Un tatuaje con coronas llevó a Andry Hernández a una megacárcel en El Salvador. "Le pido a Dios que me lo devuelva", pide su madre desde Venezuela.
Andry José Hernández Romero, un joven venezolano de 31 años, se encuentra recluido en la megacárcel de El Salvador tras ser deportado por las autoridades migratorias de EE.UU. Su supuesto vínculo con la banda criminal Tren de Aragua se basa en un tatuaje de coronas que él mismo pidió como homenaje a sus padres y a una festividad tradicional de su pueblo natal, Capacho Nuevo, en el estado Táchira. “¿Será que le podemos agregar algo así como una coronita de reina a mi mamá y una coronita de rey a mi papá?”, recordó el tatuador José Manuel Mora en conversación con BBC Mundo.
El tatuaje, sin embargo, fue considerado por agentes del ICE como un “identificador de pandilla”, según un formulario de validación con el que se asignó un puntaje a Hernández. Obtuvo 5 puntos, lo suficiente para ser catalogado como sospechoso y, posteriormente, deportado. “Si yo hubiera sabido que por esas coronitas se lo iban a llevar a la cárcel, nunca se las habría tatuado”, lamentó Mora. Hasta ahora, ningún otro documento vincula directamente al joven con el Tren de Aragua, de acuerdo con su equipo legal.
Un sistema de puntajes cuestionado y una comunidad que exige respuestas
La abogada Lindsay Toczylowski, del Immigrant Defenders Law Center, cuestionó la legalidad del sistema de evaluación usado por el gobierno. “Ese formulario es el único documento del gobierno que vincula a Andry con el Tren de Aragua”, explicó. Además del primer formulario, existe una “Guía de Validación de Enemigos Extranjeros”, invocada bajo la Ley de 1798, que también asigna puntos por tatuajes, ropa o símbolos, aunque no requieren antecedentes penales.
El caso ha generado indignación tanto en EE.UU. como en Venezuela. En Capacho Nuevo, cientos participaron en vigilias para exigir la liberación de Andry. “Ese fue su delito”, afirmó Miguel Chacón, presidente de la Fundación Reyes Magos de Capacho. Desde El Salvador, la última imagen que se tiene de él es una fotografía publicada por el fotoperiodista Philip Holsinger para Time, donde aparece llorando, rapado y encadenado. “¡No soy pandillero, soy gay, soy peluquero!”, gritaba mientras lo abofeteaban, según relató el periodista en 60 Minutes.
El gobernador de California, Gavin Newsom, y varios congresistas han pedido explicaciones y al menos una prueba de vida. Su madre, Alexis Romero, implora por noticias: “Estoy esperando saber si le dieron agüita, comidita a mi niño. Le pido a Dios que me lo devuelva”.
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