Estudio sostiene que ni siquiera se produce autismo en los casos de menores con hermanos afectados con la enfermedad.
Aunque movimientos antiinmunización han asociado desde hace más de una década la vacuna contra el sarampión al desarrollo de trastornos de comportamiento, como elautismo, un reciente estudio lo desmiente.
Una investigación publicada por The Journal of The American Medical Association (JAMA) en el que se ha analizado a 95.000 niños, sostiene que ni siquiera se produce autismo en los casos de menores con hermanos afectados con la enfermedad.
Este último estudio se centró en una población más específica, a diferencia de otros trabajos realizados en la última década y que también han intentado rebatir esta vinculación causa efecto entre la vacuna y el autismo.
Los investigadores de la institución estadounidense The Lewin Group analizaron si la vacunación en niños con hermanos autistas -y por ello con mayor probabilidad de desarrollar comportamientos autistas- implicaba un mayor riesgo en estos menores.
Para la investigación, financiada por el Departamento de Salud de Estados Unidos, recopilaron los datos de 5.727 niños estadounidenses con hermanos mayores. El 1% tenía un diagnóstico de conductas autistas y el 2% tenía hermanos mayores con autismo.
Del estudio se concluyó que no hay base científica para considerar que la vacuna activa la predisposición genética de los niños con hermanos autistas.
Al contrario, el riesgo relativo de desarrollar este autismo si se vacunan con una o dos dosis, es de 0,75 y de 0,56 respecto a los no inmunizados (el 1 indicaría un riesgo similar); mientras que para los que no tienen hermanos con autismo, es de 0,91 y 1,12; es decir, prácticamente el mismo.
“No hemos encontrado ninguna asociación entre la vacuna y un mayor riesgo de desarrollar autismo (en población general), y tampoco entre niños con menores afectados, después de administrarles una o dos dosis”, concluyen los autores de estudio, según recoge el portal de El País de España.
No obstante, entre las conclusiones se reconoce que este mito que desprestigia la inmunización, ha hecho que las tasas de vacunación sean más altas entre los niños sin hermanos afectados, que en menores con hermanos autistas.
Y pese a este reciente hallazgo todavía hay escepticismo sobre que se acaben los prejuicios entorno a la vacuna contra el sarampión, pues esta creencia se ha enraizado.
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