Desde 1950, la Academia de Cine de Hollywood hace que todos los ganadores de la estatuilla firmen un peculiar contrato.
Si algún coleccionista de arte, un fanático del cine o un millonario excéntrico quiere comprar un Oscar tiene que saber que es prácticamente imposible. Esto debido a que ningún ganador de un Premio Oscar está en la facultad de vender o subastar su dorada estatuilla. ¿El motivo? Una norma impuesta en 1950 explica el por qué.
Aquel año, la Academia de Cine de Hollywood (AMPAS, por sus siglas en inglés) impuso una medida que implica que todos los ganadores de la estatuilla firmen un contrato por el que, en caso de que quieran venderla ellos o sus herederos, deben primero ofrecérsela a la institución que se la otorgó por tan solo un dólar.
Si el ganador se niega a aceptar dicha disposición, la Academia se quedará con la estatuilla. No obstante, los premios entregados antes de 1950 no están sujetos a este contrato y por ello son las únicas que se pueden conseguir en el mercado negro, aunque a precios exorbitantes.
Según revela la BBC, en 1999 el fallecido cantante Michael Jackson pagó en una subasta US$1,54 millones para hacerse con el Oscar a la mejor película logrado por "Lo que el viento se llevó" en 1940. Asimismo, en 2003, el mago David Copperfield compró la estatuilla que consiguió el director Michael Curtiz por "Casablanca" en 1944 por US$232.000.
Otro caso conocido es el de Orson Welles. El 20 de diciembre de 2011, la familia del cineasta vendió su Óscar en la categoría de mejor guion original con la película Ciudadano Kane por 861.542 dólares, gracias a que una corte jurídica determinó que el cineasta no había firmado ningún acuerdo con la Academia.
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