La estructura está diseñada para soportar una bomba nuclear.
El rascacielos Long Lines Building (LLB) no pertenece a la lista de los 100 edificios más altos de Nueva York, que encabeza el One World Trade Center con 541 metros de alto y 104 pisos. Esta torre, también llamada 33 Thomas Street, mide 167 metros y tiene 29 pisos.
Sin embargo, es su apariencia surreal la que ha catapultado su fama. Situado entre las calles Thomas y Worth, en el distrito newyorkino de Manhattan, LLB destaca por sus ventanas ausentes y su estructura de estilo brutalista hecha de granito y concreto.
Para una ciudad acostumbrada a los rascacielos decorados con ventanales impolutos, LLB es la excepción a la regla. Esto ha provocado que teorías conspirativas de todo tipo floten alrededor de una pregunta de rigor: ¿qué ocurre dentro de este edificio?
Antiguamente fue una central telefónica operada por New York Telephone Company, un subsidiario de AT&T, con tres conmutadores de clase 4, computadoras y herramientas de telecomunicación para procesar llamadas de larga distancia.
Actualmente, el edificio pertenece y sigue siendo administrado por AT&T para fines de telecomunicación, al mismo tiempo que alberga una porción del procesamiento de su centro de datos. No obstante, un reportaje publicado en 2016 por los periodistas Ryan Gallagher y Henrik Moltke para The Intercept, sustentaba que LLB es en realidad un centro de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés).
Esta entidad del gobierno estadounidense fue acusada de presuntamente interceptar las comunicaciones de millones de personas en el mundo, según los documentos desclasificados por Edward Snowden en 2013. No resulta extraño las teorías que se siguen tejiendo alrededor de este misterioso edificio newyorkino. Su popularidad es tal que incluso Tom Hanks se ha preguntado en Twitter qué sucede ahí dentro.
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