Las confites se rellenaron con suficiente explosivo para poder matar a personas cercanas al primer ministro británico.
Los nazis urdieron un complot para asesinar al entonces primer ministro británico Winston Churchill con aparentes barras de chocolate rellenas de explosivos durante la II Guerra Mundial, informa hoy el diario británico "The Daily Telegraph".
Según este periódico, que se basa en una carta a la que tuvo acceso y que fue escrita por un espía británico en la que este da detalles de la conspiración, los fabricantes de bombas que trabajaban para los nazis (1889-1945) recubrieron con una fina capa de chocolate negro las barras de explosivos.
Las tabletas fueron empaquetadas con un envoltorio negro y dorado de aspecto lujoso y el régimen nazi planeaba recurrir a agentes secretos que operaban en el Reino Unido para introducirla discretamente en el comedor utilizado por los ministros británicos durante el conflicto mundial (1939-1945).
A parecer, las letales tabletas de chocolate, etiquetadas como "Peters Chocolate", se rellenaron con suficientes explosivos como para poder matar a personas situadas a varios metros de distancia.
La conspiración fue abortada gracias a la mediación de agentes secretos británicos que averiguaron que el mortífero chocolate se estaba fabricando y alertaron a uno de los veteranos agentes de los servicios de contraespionaje del Reino Unido MI5, Lord Victor Rothschild, antes de que la vida de Churchill corriera peligro.
El agente, miembro destacado de la conocida familia de banqueros Rothschild, redactó de forma inmediata una carta, fechada el 4 de mayo de 1943, que envió al ilustrador Laurence Fish para encargarle que dibujara la barra de chocolate y distribuyera la imagen en carteles para alertar al público.
Precisamente esa misiva, escrita desde su búnker secreto en Londres, fue el documento que destapó la existencia del complot, del que habla el citado rotativo británico.
La carta, sobre la que estaba escrita la palabra "secreto", fue descubierta por la esposa del dibujante, la periodista Jean Bray, cuando gestionaba las posesiones que dejó su marido al morir, con 89 años, en 2009.
La misiva explica cómo se activaría el mecanismo explosivo insertado en las mortales tabletas, que al parecer contaban con un sistema dilatorio para hacer estallar la bomba al cabo de unos segundos, e incluía un bosquejo con el aspecto que tendrían las tabletas dibujado por alguien que había podido ver una de ellas.
EFE
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