Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos. Los problemas mentales son la primera causa de años de vida saludable perdidos y se estima que por cada 1,000 personas se pierden alrededor de 33 años.
Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos.
Según cifras oficiales, el 20% de los peruanos requiere algún tipo de atención en salud mental, pero sólo 2 de cada 10 tienen acceso a estos servicios. Los problemas mentales son la primera causa de años de vida saludable perdidos y se estima que por cada 1,000 personas se pierden alrededor de 33 años.
Como oferta profesional, sólo contamos con 9 psicólogos (el promedio en Sudamérica es de 50) y 3 psiquiatras por cada 100,000 habitantes. ¿Cuáles son los problemas de salud mental que afectan a nuestros compatriotas?: la ansiedad, la depresión, las adicciones, las psicosis y la sociopatía son los más evidentes.
Es probable que estas patologías representen sólo la punta del iceberg de problemas más profundos y menos visibles que agobian a nuestra sociedad, pero que no relacionamos a la salud mental: Trastornos alimenticios (incluyendo la obesidad), violencia en todas sus formas (familiar, de género, sexual, bullying), la discriminación, el racismo y las conductas transgresoras respecto a las reglas de convivencia en sociedad. En este último grupo podríamos incluir de manera destacada a los accidentes de tránsito (la principal causa de muerte en adolescentes, jóvenes y adultos en el Perú) si consideramos que son consecuencia de la imprudencia del chofer (30%), exceso de velocidad (30%) e ingesta de alcohol (8%).
A partir de la experiencia de anteriores pandemias sabemos que en el futuro nos enfrentaremos a una tercera ola de enfermedades crónicas desatendidas y una cuarta ola de problemas de salud mental, como consecuencia del confinamiento domiciliario, el distanciamiento social, la pérdida de seres queridos, de empleo y/o las nuevas reglas de convivencia.
¿Cuáles son los problemas que debemos prevenir o mitigar?: la depresión, la ansiedad crónica, la confusión, el enojo, el estrés post-traumático, el alcoholismo, la farmacodependencia y el burnout profesional.
Los expertos en ciencias del comportamiento identificaron que las habilidades cognitivas y emocionales que tendremos que desarrollar para salir ilesos de esta cuarta ola serán: autocontrol, inteligencia emocional, creatividad, compasión, altruismo, pensamiento sistémico, inteligencia colectiva y flexibilidad cognitiva. ¿Como podemos prepararnos para afrontar este enorme desafío? La estrategia actual del MINSA tiene como eje central a los “centros de salud mental comunitarios”, siendo un gran avance al trasladar la oferta de servicios del hospital a los establecimientos médicos de primer nivel de atención, donde es posible prevenir o resolver la mayoría de estos transtornos.
La prestación ambulatoria en el primer nivel sigue siendo pasiva (a demanda o por referencia), principalmente enfocada en la prevención terciaria, el diagnóstico y tratamiento precoz de enfermos para evitar complicaciones. Deberíamos repensar la estrategia para intervenir con antelación, poniendo énfasis en la atención primaria (evitar que una persona sana enferme) y la secundaria (detección precoz de factores de riesgo y/o signos de alarma).
Consideramos que las escuelas de la educación básica regular-EBR (cerca de 108 mil a nivel nacional siendo el 80% públicas) podrían ser la nueva “puerta de entrada” al sistema de salud porque los estudiantes representan una población “cautiva” a la que podríamos hacer seguimiento continuo por 12 años (inicial, primaria y secundaria), impactando positivamente en los niños y adolescentes, su núcleo familiar y las comunidades.
La Ley 30797 “Ley que promueve la educación inclusiva” establece que debería existir por lo menos 1 psicólogo en cada institución educativa. Sin embargo, en un reciente Informe de Contraloría, luego de evaluar 2,560 colegios públicos, se encontró que 9 de cada 10 centros no cuentan con el personal requerido. El reciente DL 1490 ”Fortalecimiento de los alcances de la telesalud” nos proporciona las herramientas para utilizar las TICs en la orientación y atención a distancia priorizando la promoción de la salud, la prevención primaria y el desarrollo de aquellas competencias emocionales y cognitivas necesarias para mitigar el impacto social de la COVID-19.
Nuestros internos de psicología de UPN y sus docentes en alianza con la Municipalidad Metropolitana de Lima tendrán a su cargo el primer centro de salud mental “virtual”, utilizando este nuevo enfoque, en un esfuerzo conjunto para contribuir a cerrar esta brecha sanitaria, como parte de nuestra responsabilidad social universitaria, que es el eje de nuestro propósito como institución educativa.