Se cumplieron cinco años desde que la OMS declaró la COVID-19 como pandemia, un evento que transformó nuestras vidas de manera profunda. En este tiempo, hemos visto avances científicos y una reflexión global sobre la salud, pero aún persisten algunas incógnitas sobre los efectos del virus en el organismo. ¿Qué se sabe ahora de la COVID-19 y su impacto en el cuerpo humano? El doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, habló del tema en Espacio Vital.
Este martes, 11 de marzo, se conmemoraron cinco años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19) como una pandemia. Este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia mundial, transformando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
“La OMS ha estado evaluando este brote durante todo el día y estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Por lo tanto, hemos evaluado que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia”, dijo en aquel entonces el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.
A lo largo de estos cinco años, el mundo ha experimentado enormes retos, avances en la ciencia, y una profunda reflexión sobre la salud global, la cooperación internacional y la resiliencia humana frente a crisis sanitarias de gran escala. No obstante, ¿qué hemos aprendido en este tiempo sobre los efectos de la COVID-19 en el organismo?
El doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, recordó en Espacio Vital que el virus SARS-CoV-2 no existía en la naturaleza. Por lo tanto, el conocimiento que tenemos sobre este virus es muy reciente, con apenas cinco años de investigación. A pesar de los avances, aún existen muchas incógnitas sobre los efectos del virus en el cuerpo humano. La ciencia sigue aprendiendo y, según el doctor Huerta, en los próximos 5 o 10 años se seguirán descubriendo aspectos importantes sobre la enfermedad y sus consecuencias a largo plazo.
Al inicio de la pandemia, los científicos desconocían muchos aspectos fundamentales del virus. Inicialmente, se pensaba que el contagio ocurría a través de gotas de saliva, pero pronto se descubrió que la transmisión se producía por medio de aerosoles. Además, se consideraba que la COVID-19 era principalmente una enfermedad respiratoria, ya que la neumonía era la principal complicación que causaba. Por ello, la atención médica se centró en los pulmones, sin imaginar que el virus también afectaría otros órganos y sistemas del cuerpo humano.
A finales del primer año de pandemia, se comenzó a comprender que la COVID-19 era mucho más que una enfermedad respiratoria. Se descubrió que el virus se transmitía principalmente a través de los aerosoles, unas microgotas que se liberan del aparato respiratorio de una persona al hablar, gritar o respirar. Estas pequeñas partículas podían permanecer suspendidas en el aire durante un tiempo, aumentando la capacidad de contagio en espacios cerrados o mal ventilados.
A medida que avanzaron las investigaciones sobre la COVID-19, se descubrió que esta enfermedad es sistémica, lo que significa que no solo afecta al aparato respiratorio, sino a prácticamente todo el organismo. Además de los daños en los pulmones, el virus ha mostrado efectos en otros órganos importantes. Por ejemplo, se han reportado daños en los ojos, los oídos y la piel. En los pulmones, el virus causa cicatrización con el tiempo, e incluso la aparición de nódulos, tumores benignos en ambos pulmones. También se afecta el sistema digestivo, provocando diarreas crónicas, estreñimiento y dolor abdominal que pueden durar meses o incluso años en hasta un 13 % de los pacientes, posiblemente debido a cambios en el microbioma intestinal inducidos por el virus.
Además, se descubrió que la COVID-19 causa importantes daños en el sistema cardiovascular y otros órganos clave. El virus puede provocar infartos cardíacos, arritmias, accidentes cerebrovasculares y disminuir el retorno de la sangre venosa al corazón. Se ha observado también que las personas con grupos sanguíneos distintos al O podrían tener un mayor riesgo de sufrir complicaciones. El páncreas no está exento, ya que la COVID-19 puede desencadenar diabetes, mientras que los riñones pueden verse gravemente afectados, llegando a causar insuficiencia renal. Asimismo, el hígado puede sufrir daño hepático como resultado de la infección.
En resumen, es importante entender que la humanidad se ha enfrentado a un nuevo tipo de enfermedad y aún estamos en las primeras etapas de comprensión sobre la COVID-19. A pesar de los avances científicos y los conocimientos adquiridos en los últimos años, los efectos a largo plazo del virus siguen siendo objeto de investigación. "Hasta ahora lo que se sabe es que este es un virus sistémico, causa una enfermedad generalizada y afecta muchos órganos. Por lo cual, no es una broma enfermarse de la COVID-19, no hay que pensar que es algo muy simple o que te va a pasar rápido porque puedes quedar con estos daños persistentes", subrayó el Dr. Elmer Huerta, asesor médico de RPP.
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