Un estudio determinó que la dieta y el entorno de la madre impactan en un gen que influye en la salud del niño.
"Estoy embarazada", le dijo Karen a Ronald, su esposo desde hace dos años. Ambos habían planeado tener un año vida en pareja y el segundo convertirse en padres, así que sus planes iban viento en popa. Pero ella empezó a tener dudas y a buscar respuestas: ¿Qué debo comer y qué no? ¿Qué hábitos pueden dañar al bebé? ¿Habrá un antes y un después en mi vida como mujer?
Karen fue a sus controles prenatales y naturalmente le recomendaron dejar malos hábitos como el fumar, beber alcohol y decirle adiós a la comida chatarra o rica en azúcares. Implícitamente estaban dándole instrucciones sobre nutrición y epigenética.
No se necesita demasiada ciencia para saber que la gestante debe cuidar lo que come, porque eso influye en el feto; pero una investigación publicada en Genome Biology concluyó que la dieta y el entorno de la madre impactan en el gen VTRNA2-1, supresor de tumores y que también interviene en la respuesta del cuerpo frente a otras enfermedades virales como la gripe.
El equipo de científicos hizo un "experimento de naturaleza" en Gambia (África), donde es notoria la dieta diferenciada debido a un clima marcadamente estacional (seco y lluvioso). Se midió en 120 participantes embarazadas sus concentraciones de nutrientes en sangre, y los resultados dieron más luces para explicar por qué las tasas de mortalidad -debido a infecciones- son más altas en los gambianos nacidos durante la temporada de lluvias.
La epigenética
Tiene que ver con la interacción gen-ambiente. Existe una exposición biológica a un contexto social que actualmente incluye enfermedades de alcance mundial como la obesidad o la diabetes, explica un artículo de The Lancet.
También está la herencia epigenética que viene de nuestros padres y abuelos, y que nos ayuda a entender nuestros riesgos de enfermedad. Entonces se hacen más claros los cuidados que debería tener la madre durante la gestación.
La revisión conjunta de Mark Hanson (Universidad de Southampton - Reino Unido) y Ruth Müller Universidad de Munich - Alemania) precisa que están vinculadas las cuestiones biológicas con las sociales. Por ejemplo, los individuos de bajo nivel socioeconómico tienen un acceso deficiente a alimentos saludables y no cuentan con instalaciones para realizar actividad física.
La nutrición
El desarrollo del feto en la vida intrauterina es la respuesta a una serie de estímulos que tienen que ver con nutrientes y hormonas que interactúan con este nuevo ser.
"La nutrición materna es fundamental al menos tres meses antes del embarazo, durante la gestación y durante la lactancia materna, para darle este derecho de estar bien nutrido al niño que acaba de nacer", apunta la nutricionista peruana Sara Abu Sabbah.
Es así que la especialista recalca la importancia de lo que la madre come o deja de comer, de sus excesos y deficiencias; porque eso tendrá implicancia en las enfermedades que pueden aquejar al niño a lo largo de su vida. "Un niño puede estar genéticamente predispuesto a tener diabetes o ser obeso", dice Abu Sabbah, y por eso es fundamental que la mujer esté bien asesorada sobre su alimentación.
"Un nutriente que se debe asegurar es el omega 3, porque en las tres primeras semanas de embarazo se forma el cerebro, y este consume gran cantidad de ácido graso esencial, que solo se obtiene de la ingesta dietética de la madre. De lo contrario, se puede limitar el potencial cognitivo del niño. La recomendación es el consumo de pescado graso dos veces por semana, de preferencia de tamaño pequeño, como la anchoveta y las sardinas".
Finalmente la experta concluye que se deben abandonar vicios como el alcohol, el tabaquismo o el consumo de drogas, porque está comprobado que alteran el ADN del feto.
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