Además de prevenir enfermedades respiratorias, gastrointestinales y de las vías urinarias, la leche materna también proporciona la estabilidad emocional al menor.
La leche materna es el alimento natural del cual disponemos los seres humanos desde que nacemos, y cuyo consumo desde temprana edad puede prevenirnos de enfermedades respiratorias, como gastrointestinales y hasta de las vías urinarias.
Según los expertos del Sistema Metropolitano de la Solidaridad (SISOL), la leche materna posee propiedades y la composición justa para fortalecer las diferentes etapas del desarrollo del bebé, así como múltiples beneficios para su sistema inmunológico y su salud a largo plazo, como prevenir la obesidad y desarrollar una mayor capacidad cerebral e intelectual.
En ese sentido, los especialistas promueven la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida, sin introducir ningún otro tipo de alimento a sus hijos que no sea leche materna, ya que es justamente el calostro (primera leche), la que proporciona la inmunidad al recién nacido, porque es rica en anticuerpos que el bebé necesita justo después de nacer para defenderse de las infecciones.
Además de prevenir en los niños enfermedades como infecciones respiratorias, gastrointestinales y de las vías urinarias, la leche materna también proporciona la estabilidad emocional al tener que contactar con los senos de la madre, generándole seguridad, una recuperación más pronta post parto, menor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer y mejores beneficios para el sistema óseo de la madre.
De otro lado, la leche materna contiene nutrientes esenciales para el bebé, como vitaminas, proteínas y grasas; además, tiene anticuerpos que le ayudan a combatir diferentes tipos de virus, bacterias e infecciones. Asimismo, los bebés que se alimentan exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida, tienen menos infecciones en el oído, molestias digestivas e intestinales, e incluso asma.
Al contener la nutrición exacta que el bebé requiere, la leche materna permite al recién nacido tener mejores probabilidades de aumentar el peso justo y comer únicamente la cantidad necesaria. Esto previene futuros casos de obesidad, tanto infantil como en edad adulta.
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