Según estudio de universidad israelí, los hombres de países con mayores niveles de luz artificial tienen más probabilidades de sufrir cáncer de próstata.
Los hombres de países con mayores niveles de luz artificial tienen más probabilidades de sufrir cáncer de próstata, según un estudio difundido hoy por la Universidad israelí de Haifa.
Según el estudio, esa situación se debe a diversos factores, como la supresión del sistema inmunitario y de la producción de melanina, así como el efecto negativo en el reloj biológico que provoca la confusión entre la noche y el día debido a la luz artificial, informó el centro en un comunicado.
La investigación analiza la influencia de varios factores, entre ellos el uso de luz artificial, en tres tipos de cáncer en hombres: próstata, pulmones e intestino grueso, utilizando datos de incidencia de cáncer en 164 países.
Para determinar los niveles de iluminación se utilizaron imágenes del Programa de Satélite Meteorológico de Defensa y otras variables como el consumo eléctrico, porcentaje de población urbana y nivel socioeconómico.
"En los primeros momentos del estudio ya quedó claro que hay una fuerte relación entre la incidencia de cáncer de próstata y los niveles de iluminación nocturna artificial y consumo eléctrico", asegura la nota.
Obtenidos los primeros resultados se dividieron los países en tres tipos: con bajo, medio y alto nivel de exposición a la luz artificial por la noche.
A partir de ahí, se detectó que en los países con baja exposición a la luz eléctrica 67 de cada 100.000 hombres sufren cáncer de próstata, frente a los 87 de los países con exposición media (un 30 por ciento más) y a 157 en los de alta exposición (un 80 por ciento más).
El hallazgo "no implica que tengamos que regresar a la Edad Media y apagar las luces, pero si que esta relación debe ser tomada en consideración cuando se planifique la política energética del país", señalan los autores del estudio, profesores Abraham Haim, Boris Portnov e Itai Kloog, de la Universidad de Haifa, y el profesor Richard Stevens, de la Universidad de Connecticut (EEUU). EFE
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