Las botellas de plástico, colillas, bolsas y sorbetes que se alojan en el océano afectan a más de 700 especies marinas cada año. Esto afecta también a nuestra vida y se refleja en lo que comemos a diario.
Cada segundo más de 200 kilos de basura van a parar a los océanos, según datos de Greenpeace España. De hecho, al año 8 millones de toneladas llegan a mares y océanos, lo cual equivale al peso de 800 Torre Eiffel. Lo más preocupante es que el 80% de esta basura proviene de fuentes terrestres, mientras que el 20% restante viene de la actividad marítima como, por ejemplo, de material que se emplea para pescar.
Los elementos más comunes que se encuentran en los océanos son botellas de plástico, colillas de cigarros, sorbetes, tapas de botellas y envoltorios, todos ellos producto del consumo masivo y diario al que el ser humano se ha acostumbrado. Para tener una idea de cuánto plástico innecesario se consume en el país, la Dirección General de Gestión de Residuos Sólidos del Ministerio del Ambiente (Minam), indica que solo entre Lima Metropolitana y Callao se generan 886 toneladas de basura plástica al día.
¿Cómo afecta todo este plástico al océano?
Aparte de la contaminación visual, quienes realmente sufren las primeras consecuencias son los animales marinos. Según WWF, más de 700 especies marinas son afectadas por el plástico que cada año se aloja en el océano.
La luz solar es la encargada de degradar los objetos de plástico, dando como resultado que se fragmenten en pedazos más pequeños entre los que se encuentran los microplásticos (hasta 5 mm), de estos, gran parte se queda debajo de la superficie. Los animales como las tortugas marinas, las focas, los delfines, las ballenas, peces y crustáceos confunden las piezas de plástico con comida y se las tragan, causando daños internos que pueden llevarlos hasta la muerte.
Otra de las consecuencias se da en enredos, asfixias y estrangulación, afectando también a aves marinas como las gaviotas y los pelícanos. Cuando los hilos de pescar o los retazos de plástico se atracan en sus extremidades causan daños profundos, incluyendo casos en los que sus hocicos quedan cerrados causando desnutrición.
Los aparejos de pesca representan otro problema que nos afecta directamente. Una vez que los pescadores los dejan olvidados se crea lo que se conoce como “pesca fantasma”, así las redes abandonadas sigues funcionando y capturan gran cantidad de peces provocando su muerte. De esta manera, los niveles de mortalidad se elevan y por ello, muchos de los animales marinos empiezan a desaparecer.
¿Qué consecuencias tiene en nuestra vida diaria?
Perú es conocido mundialmente por su gastronomía y gran parte de ello se basa en su variedad marina. Precisamente es esta variedad de peces la que termina tragando microplásticos, por lo que literalmente el pescado que compro hoy para preparar un ceviche puede terminar siendo perjudicial para mi salud.
Sobre esto, el Ministerio del Ambiente advierte que el consumo de microplásticos puede generar desórdenes de alimentación, alteración en el metabolismo energético, cambios en la fisiología hepática, entre otras consecuencias.
Si hablamos a nivel macro, el sector turístico también se ve afectado, pues a nadie le gusta vacacionar frente a un mar con basura flotante. Esto se traduce en menor número de turistas, menos ingresos y menos empleo, afectando directamente, por ejemplo, a los negocios de comida o artesanía aledaños a las playas.
Además de afectar a los turistas, también nos afecta a nosotros. Si queremos playas limpias y saludables cada verano es imprescindible que empecemos a frenar nuestro consumo de plásticos.
Ten en cuenta que todo lo que arrojamos al océano, tarde o temprano vuelve transformado hacia nosotros y afecta a nuestra vida diaria. Siendo más conscientes y responsables en el uso de plástico tendremos una fauna marina y una vida más saludable.
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