Saber decir no y no ceder ante la presión social es una habilidad que debe ejercitarse y que influye positivamente en nuestra salud emocional.
Aprender a decir no es una capacidad que no está desarrollada en las personas a las que les cuesta establecer límites y frecuentemente ceden ante manipulaciones y chantajes emocionales. Si bien la mayoría enfrentamos requerimientos de amigos, familiares, compañeros de trabajo, superiores o hasta de desconocidos que nos piden, ordenan, ruegan o exigen algo, hay quienes se sienten presionados por los demás y terminan aceptando determinadas situaciones que van en contra de sus principios, creencias, conveniencias o su propia voluntad.
En el lado opuesto están las personas asertivas que son capaces de “ejercer y/o defender sus derechos personales, como por ejemplo, decir “no”, expresar desacuerdos, dar una opinión contraria y/o expresar sentimientos negativos sin dejarse manipular, como hace el sumiso, y sin manipular ni violar los derechos de los demás, como hace el agresivo”, señala el reconocido psicólogo Walter Riso en su libro “El derecho a decir no: aprenda a poner límites y gane siendo asertivo”, editorial Planeta.
Según Riso, quien ha escrito diversas publicaciones enfocadas en el bienestar emocional, entre los beneficios de la asertividad están:
1. Cuando uno deja constancia de la divergencia y expresa un sentimiento de inconformidad, aunque no genere un cambio inmediato en el ambiente, es un procedimiento que fortalece la autoestima.
2. Cada vez que ejercemos el derecho a expresar nuestras opiniones y sentimientos reales, se refuerza nuestra defensa psicológica y nos hacemos más seguros.
3. Al expresar lo que pensamos y sentimos, liberamos nuestra mente y sanamos el cuerpo. Nos damos la oportunidad de observarnos a nosotros mismos en relación con los otros, nos descubrimos y comprendemos en cada acción y reacción del intercambio.
4. Se promueven relaciones más funcionales, directas y auténticas en donde priman la honradez y la transparencia.
5. La asertividad fortalece el amor propio y la dignidad que son el reconocimiento de que sabemos que somos merecedores de lo mejor.
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