Según una encuesta realizada por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), 6 de cada 10 mujeres señalan que durante el aislamiento social obligatorio tuvieron más episodios de estrés de lo usual.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres tienen a su cargo el 76,2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado en el hogar (más del triple que los hombres). Es decir, en la mayoría de los hogares las mujeres son las que realizan todas las tareas de limpieza del hogar, preparación de alimentos y las compras, además de asumir la educación de los menores y el cuidado de otros miembros vulnerables de la familia.
La pandemia ha agudizado la carga de trabajo de las mujeres en todo el mundo y, como consecuencia del confinamiento para prevenir los contagios, los hogares se han convertido en el escenario donde se llevan a cabo las tareas domésticas y educativas, así como las laborales en el caso de las mujeres que trabajan formalmente de manera remota.
De esta manera, la crisis actual ha puesto en evidencia la necesidad de adoptar medidas para redistribuir equitativamente las responsabilidades del hogar y combatir un concepto de “súper mujeres” que pueden realizar diversas actividades de modo simultáneo, con total entrega y sin ningún tipo de desgaste emocional. De hecho, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), esta situación genera que las mujeres releguen la realización plena de sus proyectos de vida y sueños personales.
Afectación a la salud mental de la mujer
Según la Defensoría del Pueblo, durante la emergencia nacional las mujeres han asumido también el rol de soporte emocional de los más vulnerables en el hogar –niños, niñas, adolescentes, personas mayores y personas con discapacidad– que se han visto afectados por las restricciones de la cuarentena y la incertidumbre por la situación actual.
Esto ha tenido como consecuencia la postergación del autocuidado, reflejado en la falta de tiempo que tienen las mujeres para ellas mismas; ya sea para, distraerse, relajarse o simplemente asumir la real preocupación y ansiedad que pueden sentir frente a la COVID 19. En efecto, según la misma institución, al incrementarse los niveles de ansiedad y estrés existe la posibilidad de debilitar el sistema inmunológico, lo que coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad frente al contagio de enfermedades.
Asimismo, aunque muchas mujeres han asumido actualmente el rol de proveedora del hogar, esto no ha significado una disminución de la carga en el ámbito doméstico. Por el contrario, se ha evidenciado que las peruanas que actualmente realizan trabajo remoto, lo hacen en un contexto de tensión emocional entre las actividades del hogar, la falta de un espacio exclusivo para trabajar en casa y la necesidad de apoyar a los menores que se encuentran adaptándose a la educación virtual.
En este sentido, es importante que en las familias de lleve a cabo una redistribución de las responsabilidades del hogar y que, además, tanto los organismos públicos como privados reconozcan la verdadera situación en la que se desenvuelven las mujeres con el fin de adoptar medidas que permitan flexibilizar el desarrollo de sus actividades durante la nueva convivencia.
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