La COVID-19, al ser una afección causada por un virus, no puede tratarse con medicamentos usados para combatir afecciones bacterianas, como los antibióticos. Por el contrario, según la OMS, el uso indiscriminado de antibióticos provocaría niveles mayores de resistencia bacteriana y muertes durante la pandemia.
La pandemia de COVID-19 constituye un reto sin precedentes en todos los aspectos de la atención sanitaria y para los ciudadanos, una de sus dudas más constantes sobre el coronavirus está referida al tratamiento de la enfermedad. La falta de información y las noticias falsas sobre el nuevo coronavirus ha causado mucha incertidumbre, teniendo como consecuencia la práctica de medidas perjudiciales que van desde tratamientos caseros sin base científica hasta la automedicación.
En el caso del coronavirus, la mayoría de las personas que contraen la enfermedad pueden recuperarse y eliminar el virus de sus cuerpos. Aun no existe un medicamento específico para tratarla o vacuna para prevenirla, por lo que el tratamiento se asegura de tratar sus síntomas. Sin embargo, circula mucha información sobre el efecto de los antibióticos para curar o detener la COVID-19. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha aclarado que estos productos no son eficaces para combatir este virus.
Lo cierto es que cada enfermedad cuenta con un tratamiento propio según sus propias características y su origen. Por ello, la COVID-19 al ser una afección causada por un virus no puede tratarse con medicamentos usados para combatir afecciones bacterianas. A continuación, te contamos más sobre las diferencias entre una enfermedad causada por una bacteria y por un virus:
¿Qué es una bacteria y qué es un virus?
En el caso de la COVID-19, esta enfermedad es causada por un tipo de coronavirus que puede provocar enfermedades que van desde un resfriado hasta un síndrome respiratorio grave como la neumonía. Específicamente el virus que ha originado la pandemia es llamado SARS-CoV-2, su existencia no era conocida antes del brote en Wuhan (China) y aunque se considera de baja letalidad, su transmisión es continua y acelerada.
Los virus como el SARS-CoV-2, pueden vivir solamente durante un corto tiempo fuera de las células vivas, por lo que buscan alojarse en otros organismos para reproducirse. Una vez que invaden las células humanas toman el control para beneficio propio, proliferándose rápidamente y causando enfermedades leves como un resfriado u otras más graves como la viruela.
En cambio, las bacterias son organismos unicelulares que suelen causarnos problemas como las caries, infecciones urinarias, de oído, faringitis, entre otros. Sin embargo, no todas las bacterias son malas, no siempre producen enfermedades y, de hecho, algunas de ellas contribuyen al buen funcionamiento de nuestro organismo como las que se encuentran en nuestra flora intestinal, ayudando a procesar los nutrientes de los alimentos.
Para tratar una enfermedad bacteriana e infecciones es posible llevar una terapia antibiótica adecuada para contrarrestar la acción bacteriana, mientras que en el caso de los virus la cura es más compleja. Por lo general, se espera a que el cuerpo los reconozca y el sistema inmunológico reaccione.
¿Por qué auto administrarse antibióticos para tratar la COVID-19 puede ser contraproducente?
La situación más común en la automedicación es la compra y el uso indiscriminado de antibióticos frente a síntomas de enfermedades virales como gripes, resfríos y diarreas que, al no ser ocasionadas por bacterias, no necesitan ser tratadas con antibióticos.
De acuerdo a las instituciones sanitarias, ya está comprobado que la COVID-19 presenta las características genéticas de un virus, por lo que los antibióticos no funcionan para prevenirla o combatirla. Por el contrario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el aumento del uso de antibióticos para combatir la pandemia reforzará la resistencia bacteriana y conducirá a más muertes durante y después de esta crisis.
Cabe resaltar que la diferencia entre los tratamientos para los virus y bacterias es uno de los aspectos que debemos tener muy claros. Los antibióticos no son eficaces contra los virus y además pueden suponer un riesgo grave para el paciente, ya que aparecen resistencias bacterianas. En cambio, si el origen de la enfermedad es bacteriano puede disponerse un esquema de tratamiento con antibióticos que ayudará al paciente a volver a un estado de salud normal en poco tiempo.
También es cierto que existen medicamentos conocidos como antivirales desarrollados para atacar a determinados virus y vacunas para prevenir enfermedades virales. Sin embargo, es importante recordar que, en el caso de las vacunas, se usa al sistema inmunitario como el principal aliado, estimulando así la producción de anticuerpos para que nuestro organismo tenga listas sus defensas ante un futuro contagio.
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