La exploración de la Cova de la Vila de La Febró, en la comarca del Baix Camp, Tarragona, ha desvelado una obra de arte prehistórica inédita. Ha salido a la luz una pieza más del tesoro oculto del arco mediterráneo, compuesto por figuras de animales, objetos que podrían representar ídolos, y enigmáticos símbolos cuyo significado no podemos alcanzar.
La exploración de la Cova de la Vila de La Febró, en la comarca del Baix Camp, Tarragona, ha desvelado una obra de arte prehistórica inédita. Ha salido a la luz una pieza más del tesoro oculto del arco mediterráneo, compuesto por figuras de animales, objetos que podrían representar ídolos, y enigmáticos símbolos cuyo significado no podemos alcanzar. Por su estilo y características, calculamos que fueron realizadas hace entre 5 000 y 3 000 años.
Un lenguaje congelado en la piedra
¿Y si el tiempo no fuese una flecha que avanza inexorablemente hacia el futuro? ¿Y si pudiéramos detenerlo, manipularlo, incluso viajar a través de él?
La película La llegada, dirigida por Denis Villeneuve, explora la idea de un lenguaje capaz de trascender las limitaciones temporales del ser humano. No es sólo ciencia ficción: el descubrimiento arqueológico en la Cueva de la Vila en La Febró (Baix Camp, Tarragona) muestra que el lenguaje y el tiempo pueden quedar congelados en la piedra.
Un panel de más de 8 metros de largo, con más de un centenar de grabados prehistóricos, nos transporta a una época en la que los antiguos habitantes de la zona expresaban sus pensamientos y creencias a través del arte rupestre.
¿Qué historias nos cuentan estos dibujos? ¿Qué mensajes ocultos nos transmiten desde el pasado?
El hallazgo de la cueva
Durante la última década, desde el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), hemos trabajado en la cabecera del río Siurana siguiendo la pista de las últimas sociedades de cazadores-recolectores paleolíticos que desaparecieron hace más de diez milenios y de las primeras comunidades campesinas que se instalaron después en las Muntanyes de Prades.
En 2014 nos arrastramos por las angostas galerías de la Cova de la Vila, desde la entrada conocida como boca d’en Peixet. Al final de una galería, descubrimos una sala sin salida en la que podían verse huesos de animales y humanos por todas partes y también fragmentos de enormes recipientes cerámicos prehistóricos que no podían haber llegado allí por los estrechos pasos y recovecos que habíamos dejado a nuestra espalda.
Pero el gran secreto que celosamente guardaba el yacimiento estaba aún por descubrirse.
Llegada a la sala oval
El 13 de mayo del 2021 será recordado como un hito histórico para la arqueología prehistórica de Cataluña. Durante exploraciones llevadas a cabo por el grupo espeleológico ERE del Centro de Excursionistas de Cataluña y del Centro de Excursionistas Aliga (SIE-CEA), se logró abrir acceso a un pequeño agujero entre bloques y sedimentos.
Una vez dentro encontraron una gran sala oval. El espeleólogo Juli Serrano fue el primero en entrar y su sorpresa fue enorme al encontrarse con un mural lleno de rayas y figuras encima de una de las paredes de la sala. Aunque no supo interpretarlos, sí que se dio cuenta de que aquello que veía podía ser muy antiguo. “Cuando vi los grabados, sentí una emoción muy grande que me acompañará toda la vida”, recuerda emocionado. Acababa de descubrir uno de los conjuntos de arte rupestre prehistórico más importantes de Cataluña, y se suma a la colección de arte rupestre del arco mediterráneo, patrimonio de la humanidad.
Los espeleólogos, desconcertados por el hallazgo, se pusieron en contacto con nosotros y con las autoridades.
La Sala de los Grabados de la Cova de la Vila
Nuestro compañero Ramón Viñas, especialista en arte prehistórico y colaborador del IPHES-CERCA, fue el primero en examinar los trazos en las paredes. Enseguida quedó fascinado con la relevancia de la composición y su estado de conservación.
El conjunto de arte prehistórico en la Sala de los Grabados es único por su composición, dividida en cinco líneas horizontales con diferentes figuras grabadas, cada una con su propio significado y simbolismo. Aunque aún no se ha estudiado a fondo se cree que será uno de los mejores ejemplos de arte esquemático abstracto en la cuenca mediterráneo. Según Viñas, “esta composición es completamente inusual y muestra la cosmovisión de las poblaciones durante la neolitización del territorio”.
El panel presenta más de un centenar de motivos de tipo esquemático. Las representaciones, realizadas exclusivamente con la técnica del grabado, se dividen en dos tipos: las realizadas con útiles de filo diedro o apuntado y aquellas trazadas directamente con el dedo en la pared blanda.
El conjunto destaca por una serie de zoomorfos cuadrúpedos, esteliformes y reticulados, así como por una composición que recuerda a un gran ídolo oculado.
Creemos que el conjunto no fue utilizado durante demasiado tiempo debido a la escasa superposición entre los motivos y a su homogeneidad estilística. Estos motivos se reconocen en otras partes de la península en un periodo comprendido entre 4 000 y 1 000 años a.e.c, aunque por el momento es difícil precisar su antigüedad.
¿Por qué ha llegado este panel intacto hasta nuestros días?
En colaboración con el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de La Febró, nos ocupamos de la investigación y conservación de este yacimiento único.
Las excavaciones comenzaron el año pasado y ya nos ofrecen algunas claves. Sabemos que el suelo que pisaron nuestros colegas espeleólogos el día del descubrimiento es el mismo por el que circulaban las gentes que dibujaron con sus dedos símbolos extraños en las paredes. Un hecho insólito, aún por confirmar, nos acerca a aquel momento. Se trata de una lámpara fabricada con una concha marina que apareció debajo del panel de los grabados. Probablemente se utilizó para iluminar la estancia y fue abandonada allí justo antes de que un derrumbe tapara la entrada a la sala durante varios milenos, conservando de esta forma el conjunto hasta nuestros días.
Nos falta el manual para descifrar sus símbolos
La película La llegada estaba inspirada en la hipótesis lingüística relativista de Sapir-Whorf, que sostiene que el idioma que hablamos determina nuestra manera de comprender y percibir la realidad. Por eso, cuando los humanos aprendían el lenguaje de los heptápodos cambiaba su percepción del tiempo. Estos calamares cruzaron galaxias para compartir su lenguaje y su modo de entender la realidad. Las comunidades prehistóricas lamentablemente no lo hicieron, o, mejor dicho, no lo hicieron conscientemente.
Si esta hipótesis lingüística es cierta, cuando una lengua muere, desaparece una forma particular de entender la realidad. Los grabados rupestres supusieron un modo de comunicación, una forma de expresar y de entender la realidad para estas comunidades prehistóricas que, una vez desaparecidas, nos dejaron con la impronta de sus dedos, sin saberlo, un código con su forma de comprender el mundo. Y a nosotros, los arqueólogos, nos legaron un millón de interrogantes por responder, pero se llevaron con ellos el manual o diccionario para poder descifrarlo.
Antonio Rodriguez-Hidalgo, Investigador Postdoctoral, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES); Diego Lombao Vázquez, Investigador Postdoctoral, Universidade de Santiago de Compostela, and Josep Vallverdú Poch, Arqueologia, Universitat Rovira i Virgili
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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