La Vía Láctea guardaba el secreto de cientos de galaxias que se escondían tras ella.
La Vía Láctea guardaba el secreto de cientos de galaxias que se escondían tras ella, pero que finalmente han podido ser observadas, un descubrimiento que permite además arrojar alguna luz sobre una misteriosa anomalía gravitacional conocida como el Gran Atractor.
Un grupo internacional de científicos ha usado el radiotelescopio CSIRO en Australia para poder mirar, a través del polvo y las estrellas de Vía Láctea, hacía una región inexplorada del espacio, según un estudio publicado este martes por Astronomical Journal.
Así han podido localizar y observar 883 galaxias, un tercio de las cuales nunca se habían visto hasta ahora, según el profesor Lister Staveley-Smith, de la Universidad de Western Australia y director del estudio.
A pesar de estar solo a 250 millones de años luz de la Tierra, una distancia muy cercana en términos astronómicos, las nuevas galaxias han permanecidas ocultas a la vista por su situación respecto a nuestra propia galaxia.
"La Vía Láctea es, por su puesto, muy hermosa y es muy interesante estudiar nuestra galaxia, pero bloquea totalmente la visión de otras galaxias más distantes ubicadas detrás de ella", explicó el experto en un comunicado de la universidad.
El descubrimiento de estas galaxias escondidas pueden ayudar a explicar la región del Gran Atractor, que sería la que atrae a la Vía Láctea y a otros cientos de miles de galaxias rápidamente y con una fuerza gravitacional equivalente a mil millones de Soles.
EL GRAN ATRACTOR
El Gran Atractor, también llamado el Muro, es una gran concentración de galaxias, se cree que una de las más grandes del Universo, pero por su situación respecto a la Vía Láctea es casi imposible observarlo.
"Realmente, no entendemos qué está causando la aceleración gravitacional de la Vía Láctea o de dónde viene", aunque "sabemos que en esa región (del espacio) hay unas acumulaciones de galaxias de gran tamaño a las que llamamos 'clusters' o 'superclusters' y que la Vía Láctea se mueve hacía ellas a una velocidad de más de dos millones de kilómetros por hora", reconoció Staveley-Smith.
El estudio publicado por Astronomical Journal contó con la colaboración de investigadores procedentes de Australia, Sudáfrica, Estados Unidos y Holanda. EFE
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