Por primera vez en cinco meses, los ingenieros de la NASA recibieron datos descifrables sobre los sistemas a bordo de la Voyager 1, la nave espacial más distante de la humanidad en el cosmos, tan distante que sus mensajes tardan 22,5 horas en llegar a la Tierra.
La sonda espacial Voyager 1, que fue lanzada en septiembre de 1977 y se encuentra en la actualidad a más de 24.000 millones de kilómetros de la Tierra, ha vuelto a enviar datos inteligibles tras un fallo de ordenadores de la nave que fue subsanado, informó la agencia espacial estadounidense.
Por primera vez en cinco meses, los ingenieros de la NASA recibieron datos descifrables sobre los sistemas a bordo de la Voyager 1, la nave espacial más distante de la humanidad en el cosmos, tan distante que sus mensajes tardan 22,5 horas en llegar a la Tierra.
"La Voyager 1 está proporcionando datos utilizables sobre la salud y el estado de sus sistemas de ingeniería a bordo", señaló la NASA en un comunicado.
La NASA tiene previsto que "el siguiente paso" sea que "la nave espacial comience a enviar de nuevo datos científicos".
La sonda espacial ha avanzado más allá de la burbuja de gas emitida por el Sol, un dominio conocido como heliósfera, en 2012, y ahora está incrustado en el espacio interestelar, que contiene gas, polvo y campos magnéticos de otras estrellas.
Corrosión generó daños en un chip
En marzo pasado, el equipo de ingeniería de la Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, en el sur de California, confirmó que el problema detectado estaba relacionado con una de las tres computadoras a bordo de la nave espacial, llamada subsistema de datos de vuelo (FDS).
Al parecer, la corrosión sufrida en un chip impidió que las computadoras del sistema de datos pudieran acceder a un segmento vital del código software utilizado para el embalaje de información, para su posterior transmisión a la Tierra.
El problema se resolvió cambiando el código afectado a diferentes ubicaciones en la memoria de las computadoras de la sonda, precisó la NASA.
Voyager 1 partió de la Tierra el 5 de septiembre de 1977, unos días después que su nave espacial hermana, la Voyager-2.
El objetivo principal de las naves espaciales gemelas era estudiar los planetas Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, tarea que completaron en 1989, para luego ser conducidas hacia el espacio profundo, hacia el centro de nuestra galaxia.
La Voyager 2, que sobrevoló sobre Urano y Neptuno, sigue operando con normalidad tras haber recorrido ya más de 20,3 mil millones de kilómetros desde nuestro planeta.
EFE
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