Sufrió daños cerebrales severos al pasar una hora sin oxígeno cuando nació. Sus padres decidieron aplicarle un tratamiento hormonal que detuvo su crecimiento.
Actualización: la nota fue publicada originalmente en enero de 2016.
El crecimiento –tanto físico y mental- es un proceso natural que experimenta el ser humano, pero en ocasiones hay circunstancias adversas que lo frustran. Charley Hooper es una niña neozelandesa de 10 años a la que sus padres no le permiten crecer.
Charley nació en 2005 y no respiraba por más de una hora. Por más que los médicos hicieron denodados esfuerzos, logrando reanimarla, un grave daño cerebral le cambiaría la vida para siempre. Actualmente la menor sufre de epilepsia severa, jamás podrá caminar y no hay muchas esperanzas de que logre comunicarse.
Pese a la adversidad, Jenn y Mark Hooper, padres de la menor, estaban decididos a ofrecerle una buena calidad de vida a su hija. Cuando ella tenía 2 años descubrieron un tratamiento llamado "atenuación del crecimiento" que les permitiría mantenerla en el hogar para siempre. Este consistía en un tratamiento hormonal para que siga siendo una pequeña por siempre.
"El único tratamiento para detener el crecimiento son los parches de estrógenos, se ponen en la piel, los cambias una vez a la semana y la hormona ingresa al cuerpo y al torrente sanguíneo. Así se detiene el crecimiento", explica Gary Butler, pediatra y endocrinólogo del hospital de University College London (UCL), en declaraciones a BBC.
"Cuando el cuerpo comienza a producir las hormonas sexuales, hay una aceleración en el crecimiento. Una vez que los niveles se estabilizan, el crecimiento se estanca", añadió el especialista.
En el caso de los niños que padecen de alguna discapacidad, el patrón de crecimiento no es el mismo. Pueden tener un crecimiento algo acelerado y alcanzar la pubertad más rápido debido al trastorno cerebral. Esto es lo que la familia de Charley precisamente quería evitar.
Jenn Hooper tuvo que llevar a su hija a Corea del Sur para suminístrale los parches, debido a que en Nueva Zelanda el tratamiento le fue prohibido. "Lo único que verdaderamente hemos hecho es mantenerla más pequeña. No hemos cambiado su potencial interno y todavía tratamos de encontrar maneras de comunicarnos con ella y de que ella se comunique con nosotros. Lo único que hicimos es evitar que crezca", manifestó la madre a la BBC.