Se termina el 2020 y es el momento para hacer un balance sobre las difíciles y trágicas circunstancias del coronavirus. Las herramientas metodológicas de la política comparada nos permiten una aproximación para saber cómo enfrentamos la pandemia en relación con países de similar desarrollo económico y social, vale decir los países de América Latina. Para tal fin considero utilizar cuatro variables que desde mi punto de vista son las más relevantes para medir el desempeño de un país de cara a la pandemia. Estas cuatro variables son: i) muertos por millón, ii) exceso de muertes, iii) desempeño económico y iv) empleo. Obviamente se pueden incorporar o retirar nuevas variables en función de la evidencia.
En relación con la variable de fallecidos/ millón, el portal de estadísticas mundiales en tiempo real Worldometers, identifica al Perú como el país con más muertos por millón en América Latina, con 1123, al 24 de diciembre del 2020. Le siguen Argentina con 932, México con 928, Brasil con 888, Chile con 849 y Colombia con 805. Es importante destacar que la variable fallecidos/millón puede tener algunas limitaciones ya que generalmente tiende a subestimar, por eso es importante complementarlo con otro tipo de data, en este caso la variable exceso de fallecidos.
El exceso de fallecidos es un concepto epidemiológico y de salud pública que hace referencia al número de fallecidos por todas las causas durante una crisis, más allá de lo que se hubiera esperado en condiciones normales (Checchi & Roberts, 2005). De acuerdo con la revista británica The Economist al 27 de noviembre, el Perú vuelve a liderar el ranking latinoamericano (y también mundial) de exceso de fallecidos con 250/por cada 100 mil personas. Muy lejos le siguen Ecuador con 198/por cada 100 mil, México con 160/100 mil, Chile con 73/100 mil y Brasil con 71/100 mil. La cifra de exceso de fallecidos en el Perú ronda las 85 mil personas.
Por otra parte, en la esfera económica también se han llevado a cabo mediciones sobre el impacto que ha tenido el coronavirus en el desempeño y la capacidad económica de una nación. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) acaba de publicar el crecimiento del PBI del 2020 y los resultados tampoco son favorables para nuestro país. De acuerdo con el BCRP, el único país que creció en el 2020 fue China con 1.7%, la economía mundial se contrajo 4.9%, Estados Unidos cayó 3.4% y la eurozona se desplomó 8.9%. Por otra parte, América Latina tuvo un derrumbe de 7.7%, sin embargo, el peor desempeño de la región lo tuvo nuevamente Perú con -11.5, le siguen Argentina con -11.3, México -9.7, Colombia -6.1, Chile -6.0 y Brasil con -5.3%. La gestión económica del país se puede calificar de catastrófica.
En relación con el empleo, de acuerdo con un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en octubre del presente año, la tasa de ocupación del Perú entre el primer trimestre y el segundo trimestre del 2020 sufrió una estrepitosa caída de -25.3, la más alta de los países estudiados en América Latina. Chile y Costa Rica tuvieron una contracción de -11.8, México cayó -10.8, Colombia -10.2, Argentina -9.7 y Brasil se desplomó -5.6. Como se puede apreciar en la data de la OIT, la caída de la tasa de ocupación laboral en el Perú fue casi el triple que el promedio latinoamericano de -9.2.
Por lo tanto, en función a las cuatro variables analizadas, la evidencia nos indica que el Perú tuvo el peor desempeño frente al coronavirus en América Latina. ¿A qué se debió esto? Hay explicaciones multicausales, un sistema de salud desarticulado y cogoteado por la corrupción, el peor sistema de transporte público de la región, la informalidad laboral más alta de América Latina, viviendas hacinadas y con poco acceso al agua y al saneamiento, población mal nutrida y con índices preocupantes de obesidad. De igual forma, decisiones erróneas a nivel de gestión pública, como el enredo que se hizo con la entrega de bonos, priorizar las pruebas serológicas sobre moleculares, entre otros.
¿Qué hacer? El coronavirus ha mostrado sin anestesia que la situación social y salubre del país ya no da para más. Esto no se arregla con parches o reformas, es necesario un nuevo enfoque, una nueva estrategia, un nuevo contrato social que ponga al ser humano y a su bienestar en el centro de la política pública.
Comparte esta noticia