
Paisano, paisana, este 28 de julio no solo celebramos la independencia, sino también el largo camino que ha hecho posible el Perú que somos hoy. Un país que se construyó con muchas manos, muchas sangres y muchas ideas.
Todo comenzó con nuestros primeros ancestros que fueron juntados por los incas, que nos dejaron el respeto por la tierra, el orden comunitario y una cosmovisión que aún vibra en nuestras montañas. Luego llegaron los españoles, con su idioma, su religión y nuevas costumbres que se entrelazaron con lo nuestro, para formar los primeros cimientos de este país mestizo.
Pero eso fue solo el comienzo de la historia. Con los siglos, fueron llegando otras culturas que también pusieron su sazón en esta olla diversa que es el Perú.
Los africanos trajeron consigo la fuerza de su espíritu, su música, sus tambores y una manera mágica de entender la vida. Sin ellos, no habría cajón, ni festejo, ni el sabor sobre todo de nuestra costa.
Después llegaron los chinos, que abrieron bodegas, trajeron sabores nuevos, y con su cocina, con el chifa, nos cambiaron el paladar. Y también los japoneses, primero con sus cafeterías y después con esa fusión brillante que dio origen a la gastronomía nikkei, que hoy es orgullo del mundo.

Con la independencia, vinieron también europeos de toda talla. Los ingleses nos dejaron el fútbol, que hoy es casi religión para muchos. Los italianos, con su panetón, sus pastas y la butifarra, se metieron en nuestros almuerzos y navidades. Los alemanes, que generaron un enclave europeo en el Pozuzo, mezclando luego sus costumbres con las nuestras. Los franceses aportaron arte, fotografía y ayudaron a formar nuestro ejército. Y los norteamericanos trajeron industrias, como la del petróleo y la cervecería más grande, esa que se volvió símbolo de brindis entre amigos.
Tampoco olvidemos a los árabes y a los judíos, que, con su empuje y creatividad, levantaron industrias, talleres, tiendas y sueños. Y entre muchos más que no podemos mencionar, recientemente los hermanos venezolanos, que traen su alegría, su acento cantado y sus ganas de salir adelante. También son parte del Perú que se viene.
Así se ha forjado este país, paisano, paisana: con capas que se han ido sumando y entretejiendo, que son nuestra mayor riqueza. Hoy, que a veces parece que nos dividen tantas cosas, recordemos lo que nos une: este mestizaje que llevamos en la piel, en la mesa, en la música y en el corazón. Sigamos construyendo juntos este Perú que no se detiene, que se renueva con cada generación, que se enriquece con cada nuevo aporte.
¡Viva el Perú diverso, paisano! ¡Viva el Perú que seguimos construyendo juntos!
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