El termino ESG nació a inicios de este siglo, pero su popularidad ha ido creciendo junto a las advertencias climáticas que hacen un llamado a la acción global. A través de distintas zonas geográficas, industrias y culturas, los criterios ESG vienen empleándose más seguido de manera voluntaria en las empresas. Es por ello que alrededor un de 90% de las empresas que integran el principal índice de bolsa de valores de Estados Unidos, el S&P500, brindan un reporte ESG voluntario, mientras que en otras jurisdicciones, su reporte ya es obligatorio o está en un proceso avanzado para las empresas listadas en la bolsa de valores.
El término ESG proviene de sus siglas: Ambiente, Social y Gobernanza (traducidas al español). Pero es el componente ambiente el que ha tomado un mayor protagonismo desde la concepción del término, así como también el principal ámbito de concentración y acción por parte de las empresas. Esto parece indicar que surge como respuesta a la preocupación de los consumidores, quienes, advertidos por los múltiples reportes ambientales, comenzaron a incluir el componente en su decisión de compra. Por ello, frente a los últimos acontecimientos sociales como la guerra con Ucrania, el componente social ocupa un mayor nivel de importancia en la mente del consumidor.

No obstante, así como la popularidad del ESG ha crecido, su número de críticos también. Entre las principales razones, encuentran que el ESG es una distracción a los objetivos de producción de la empresa, algo que sirve únicamente para mejorar la marca frente a los stakeholders. Otra principal crítica es que su medición puede ser muy aleatoria. Ya que medimos el impacto ESG a través de sus componentes ambiente, social y gobernanza, cada calificadora los evalúa diferente. Por ejemplo, el Global Reporting Initiative (GRI) considera el entrenamiento de los empleados por la cantidad en dólares invertidos, mientras que el Sustainability Accountings Standards Board (SASB) lo considera por la cantidad de horas empleadas.
En estas críticas, lamentablemente, no se toma en consideración que el objetivo principal del ESG es de servir como una reflexión de los impactos sociales que tienen las empresas. El principio de las empresas reside en que estas existen para generar valor en el largo plazo. Sin embargo, las empresas no pueden hacerlo si destruyen el valor actual. Las empresas pueden operar racionalmente, sin aumentar sus huellas de carbono, pero si no toman en cuenta el efecto de sus externalidades, entonces no están realmente respondiendo frente a su impacto en la sociedad. El concepto ESG, o inclusive RSE si ampliamos, tienen un punto válido que las empresas no pueden obviar: la sostenibilidad es más que una responsabilidad que debe incorporarse como estrategia.
Comparte esta noticia