El debate entre los filósofos Karl Popper y Theodor Adorno, en octubre de 1961, fue recogido en el libro "La disputa del positivismo en la sociología alemana". Este volumen marcó un hito en la filosofía de las ciencias sociales, y puso de manifiesto las profundas diferencias entre dos visiones del mundo social y del método científico para estudiarlo. Hoy en día que se olvidan las “batallas entre las teorías”, es importante recordar su importancia para el desarrollo de una concepción crítica del mundo.
El debate entre ambos filósofos, llevado a cabo en la Universidad de Tubinga, Alemania, se enmarcaba en una discusión más amplia sobre la naturaleza de las ciencias sociales y la posibilidad de aplicar los mismos métodos de las ciencias naturales a la sociedad. Popper, defensor del racionalismo crítico y el falsacionismo, abogaba por un enfoque más objetivo y científico para la sociología, mientras que Adorno, representante de la Escuela de Frankfurt y la teoría crítica, defendía una visión más interpretativa y comprometida con la transformación social.
Uno de los puntos claves de la controversia fue la oposición entre objetividad y subjetividad al interior de la sociología. Popper defendió la posibilidad de una sociología objetiva, libre de valores y prejuicios, mientras que Adorno sostuvo que la investigación social siempre está influenciada por el contexto histórico y social del investigador. Este disenso, condujo a ambos pensadores a plantear una cuestión central para la ciencia sociológica: el método. Popper abogó por el método hipotético-deductivo y la falsación como herramientas para construir teorías científicas sólidas. Adorno, por su parte, criticó este enfoque por reducir la complejidad de la sociedad a variables cuantificables y por ignorar la dimensión histórica y dialéctica de los fenómenos sociales.
Otro punto de debate fueron las relaciones entre teoría y práctica, y el modo de cómo se concibe a la sociedad. Popper defendió la idea de que la teoría es un instrumento para explicar y predecir fenómenos sociales, mientras que Adorno creía que la teoría social debía estar comprometida con la transformación de la sociedad. Este punto está vinculado a la concepción de la sociedad de estos filósofos. Popper concebía a la sociedad como un sistema de interacciones individuales, mientras que Adorno la veía como una totalidad histórica y dialéctica, marcada por las desigualdades y las contradicciones.
Este interesante debate entre Popper y Adorno, fue un enfrentamiento de dos visiones del mundo social y del método científico que continúa influyendo en la investigación social contemporánea. Aunque sus posiciones parecen irreconciliables, ambos filósofos han contribuido de manera significativa al desarrollo de las ciencias sociales y nos han dejado un legado de reflexión crítica sobre la naturaleza de la realidad social. En ese sentido, todos somos ganadores; pues nos ayuda a reconocer la apertura epistémica que nos permite la ciencia.
Estos debates, como otros tantos en diversas disciplinas científicas, son un motor fundamental para el avance del conocimiento. Al confrontar diferentes perspectivas, teorías y metodologías, se estimula la creatividad, se refinan las ideas y se identifican las debilidades de los argumentos. Si no hubiera debates en la ciencia, el progreso científico se vería severamente limitado, y las concepciones irracionales y dogmáticas del mundo, nos llevaría -nuevamente-, a otra edad oscura.
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