Uno de los síntomas más visibles de las deficiencias del modelo de desarrollo centrado fundamentalmente en el aumento de la riqueza, es que no generó las condiciones para una movilidad social ascendente y sostenida. Por el contrario, este modelo eficaz para la sola acumulación productiva y técnica, acrecentó las desigualdades y ocasionó, con ello, grandes distorsiones sociales y crisis socioculturales, siendo el caso más emblemático el de Chile. País que pasó de ser la “estrella” del modelo y el “alumno” más aplicado del mismo, tener un futuro enigmático.
Claramente este contexto paradójico se hace extenso en gran parte de América Latina. En donde muchas naciones experimentaron un notorio crecimiento económico después de la “década perdida” (los años ochenta), pero no lograron que el mismo se traduzca en un proceso de movilidad social creciente, consolidado por una renta adecuada, con pleno acceso a salud, educación, ciencia, cultura y a un sistema de valores cívicos. En suma, el modelo fue eficaz para construir, extender y consolidar a un segmento de consumidores, pero no a clase media. Aquel grupo social que tiene satisfechas todas las necesidades materiales, sin generar desigualdades y, por lo tanto, puede destinar sus esfuerzos a la realización de sus proyectos personales y constituir la base fundamental de la democracia moderna: la ciudadanía ilustrada.
Hay varios acercamientos que se pueden realizar sobre la clase media. Pero las que tienen más valor, a nuestro juicio, son aquellos que logran unir la dimensión sociológica, con la económica y la ética. Es decir, junto al análisis e interpretación económico estadística, unir la reflexión ética y filosófica. En ese sentido, la lectura de “La clase media en México” (Senado de la República, 2015) de los académicos Carlos McCadden y Miguel de Castillo, filósofo y economista respectivamente, se constituye en una importante apuesta de vincular el estudio económico y social, con una seria fundamentación ético económica sobre el valor y sentido de la clase media.
Como todo estudio serio, los autores elaboran una historia reciente de las percepciones sobre la clase media de su país, tanto de los gobiernos como de la misma población, acompañada por varios cuadros estadísticos a fin de informar al lector del proceso. Además, el estudio, desde una orientación económica y sociológica, nos muestra las asimetrías en la distribución del ingreso, lo que se traduce en desigualdades en un país rico y dinámico económicamente. Sin embargo, McCadden y Del Castillo no se quedan en sus solventes análisis e interpretaciones de la información cuantificada. También, elaboran una teoría ética sobre la clase media, apoyada en autores del canon del pensamiento como Aristóteles y John Stuart Mill. Y, asimismo, en una abundante bibliografía científico conceptual de varios reconocidos investigadores como Milanovic, Banerjee, Birdsall, entre otros. De ahí que podamos deducir que la clase media no es sólo un “nivel socioeconómico”. Es, sobre todo, una condición cultural y política, que conforma la integridad de un país. De ahí que reducir a la “clase media” al ingreso per cápita genera una falsa percepción que induce a políticas temporales de orden distributivo, pero nada más. Las acciones distributivas pueden ocasionar una mejora de renta anual de las familias. Pero si no hay política de estado para construir un consolidar a una clase media, sólo se está aumentando el número de consumidores. Sin embargo, en una concepción ético social sobre la clase media, se procura construir una nación de ciudadanos libres, educados y responsables. Y ello no sólo está en el plano económico. Se trata de un proyecto de nación que procura el máximo de bienestar y la realización de los ciudadanos.
En ese sentido, países como el nuestro no tendrán futuro sin la construcción real de una clase media extendida. Pues, en la medida que las desigualdades sociales persistan y las políticas de estado solo estén dirigidas a la reproducción de consumidores, la falta de compromiso político ilustrado, la corrupción, inseguridad y la ingobernabilidad, seguirán creciendo. Por ello, la investigación y reflexión realizada por McCadden y Del Castillo, desde su país, también adquiere relevancia para nuestro, donde sería interesante desarrollar un estudio que una la reflexión ética con la investigación económica sobre la clase media.
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