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Liberales en tiempos (nuevamente) difíciles

En los años veinte y treinta del siglo pasado, decirle a alguien “liberal” equivalía a un insulto. Pues muchos acusaban al liberalismo de ser la causa de todos los males posibles de aquel tiempo. Medio siglo tuvo que transcurrir para que las ideas liberales empezaran a tener- de nuevo- “buena prensa”. Pero hoy resurgen los tiempos difíciles.

Los actuales tiempos difíciles para el liberalismo se pueden resumir del siguiente modo, desde dos perspectivas generales. Para los reaccionarios conservadores el liberalismo es el responsable de la relajación de las costumbres, es el culpable de que el relativismo ideológico postmoderno haya asaltado la esfera de las decisiones gubernamentales y al ámbito educativo. Asimismo, acusan al liberalismo de haber socavado los valores patrióticos identitarios y los intereses nacionales a favor de una agenda cosmopolita en lo político y globalizadora en lo económico. En esta crítica, se considera que el liberalismo ha sido aliado de las izquierdas, incluso de las más extremistas.

Por otro lado, los “socialistas del siglo XXI”, consideran que el liberalismo actual es, en realidad, “neoliberalismo” (aunque no exista un consenso conceptual sobre ese término). Y se le culpa del aumento de las desigualdades globales (ver la famosa “trompa de elefante” de Milanovic) y de la pauperización del trabajo. Para los “socialistas del siglo XXI”, el “neoliberalismo” es en realidad “neoconservador” y ha renunciado conscientemente a sus valores políticos, afirmando prácticas neodarwinistas en lo social. En esta crítica, se presenta al “neoliberalismo” como una ideología de derechas, que atenta contra la naturaleza y la identidad de pueblos originarios.

No deja de llamar la atención que el reaccionarismo conservador y el “socialismo del siglo XXI” se consideren a sí mismos como movimientos de resistencia cultural y política contra el liberalismo y lo acusen de todas las desventuras y catástrofes de las últimas décadas. Realizar un examen pormenorizado sobre si estos cuestionamientos contra el liberalismo tienen fundamento, sería materia de una reflexión más amplia y profunda. Pero sí es evidente que los principios liberales están siendo ampliamente cuestionados en diversas partes mundo. Y tiene que ver con el deterioro de las perspectivas centristas de la política, identificadas con los movimientos partidarios socioliberales, socialdemócratas y socialcristianos, que, en líneas generales, han tenido influencia de la filosofía política liberal en diversos grados.

¿Eran esperables estos tiempos difíciles para el liberalismo? Probablemente, sí. Ocurre que su “santísima trinidad”- democracia, derechos humanos y economía de mercado (social o libre)-, proclamada en términos muy abstractos durante el clímax liberal de años ochenta y noventa, siempre resultó muy ambigua. Pues muchos liberales asumieron – con cierta ingenuidad- que aquellos principios podrían ser incorporados con igual fortuna en diversos contextos. De ahí que la crisis del centrismo demoliberal está relacionada a la universalidad tecnocrática de su aplicación: creer que ciertas reglas fundamentales (políticas y económicas) tienen las mismas repercusiones en los diferentes grupos sociales, sin estimar sus resultados concretos.

| Fuente: Freeimages | Fotógrafo: Picasa 2.0

Sin embargo, sería interesante saber si aquello de lo que se le acusa al liberalismo es consecuencia directa de sus principios y prácticas. De pronto, el capitalismo mercantilista, las diversas formas de intervencionismo estatal, las ineficiencias de las burocracias estatales, las ideologías identitarias, la falta de debates políticos-académicos en clave plural, etc., han sido las causas de los malestares que hoy observamos en medio mundo. Y tomamos al centrismo liberal como “chivo expiatorio” de los males actuales. Como decimos, eso es algo que debemos analizar en serio.

Un problema del liberalismo actual (y que no es privativo del mismo) es su carencia de pensadores de fuste. Durante la debacle pública liberal – que se dio desde los años veinte a los setenta del siglo pasado-, estuvieron activos varios de sus pensadores fundamentales- Popper, Hayek, Berlín, Aron, Revel, Rawls, Nozik, Bobbio, Glucksmann, etc.-, generando obras y debate con sus matices particulares. Salvo John Gray, cuya obra es sinuosa y está de retirada, no hay un autor liberal que esté produciendo renovadas reflexiones liberales. Lo que hay es una profusión de publicistas “libertarios” y “anarcocapitalistas” (que se confunden con el liberalismo), cuyas bases teóricas son muy débiles y sus conocimientos de la historia de las ideas resultan paupérrimos; haciendo más difíciles los tiempos para el liberalismo ¿Podrá superar el liberalismo esta circunstancia crítica? Dependerá de cómo los liberales retoman el camino que inauguró Isaiah Berlin: repensar la libertad humana a la luz de sus contextos específicos y de sus nuevas contradicciones.

 

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Es Dr. (c) en Humanidades por la Universidad de Piura y maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Autor del libro "La trama invisible de lo útil. Reflexiones sobre conocimiento, poder y educación" y de numerosos artículos académicos vinculados a la historia de las ideas, con énfasis en la historia conceptual, y en las relaciones entre conocimiento y sociedad en el Perú y América Latina.

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