
Paisana, paisano, si estás emprendiendo tu propio negocio, este mensaje es para ti. Para ayudarte a desarrollar la empresa con la que sueñas, sin que tus sueños te saquen los pies de la tierra.
Eso porque en los últimos años, muchos jóvenes como tú se han inspirado en historias de empresas como Google, Facebook o Tesla. Esos negocios que empezaron en un garaje y, supuestamente, en pocos meses terminaron valiendo miles de millones. A esos se les llama “unicornios”, unos animales mitológicos con cuerpo de caballo, patas de cabra y alas de águila, porque son negocios mágicos y parecen surgir de la nada.
Pero poco se dice que detrás de cada “unicornio” hay miles de emprendimientos que nunca despegaron, y además que la mayoría de los grandes que hoy vemos pasaron por años de esfuerzo y fracasos. Steve Jobs, por ejemplo, fue incluso despedido de su propia empresa antes de volver con fuerza. Y unicornios como Uber o Airbnb enfrentaron y enfrentan dificultades para sobrevivir.
Ojo, paisano: no se trata de dejar de soñar, sino de hacerlo sin perder la brújula. Emprender no es solo tener una idea de restaurante, empresa de turismo, una app comercial u otra idea genial. Eso es importante, pero también lo es conocer si el mercado realmente la necesita o la aprecia, ver si puedes defenderse de la competencia, y sobre todo tener claro que debe mejorarse en el camino, y que habrá que sostenerla hasta que tenga una clientela leal y pueda dar sus frutos.

Emprender no es una carrera de velocidad, es una carrera de resistencia. No gana quien llega primero, sino quien llega más lejos. Ser emprendedor no es solo ser ingenioso, sino tener la capacidad de levantarse una y otra vez, de aprender del error, de seguir adelante cuando otros se detienen. Como los camellos, esos animales menos glamorosos que los unicornios, pero reales, que puede caminar largas distancias, aguantar el calor y sobrevivir con pocos recursos. En el mundo del emprendimiento, los camellos son esos negocios que crecen quizás no tan rápido, pero avanzan seguros, con esfuerzo, cuidando cada sol, y sin depender de grandes inversionistas.
Mi padre solía decirme: “Qué coincidencia, cuando más trabajo, más suerte tengo”. Y tenía razón. Porque el éxito, más que para los suertudos, es para quienes se esfuerzan, perseveran y no se rinden. Así que joven paisana, paisano, si estás emprendiendo no te obsesiones con ser el próximo unicornio. Enfócate en construir algo real, útil y duradero, sin desanimarte por las caídas o por el esfuerzo. Como los camellos, que no temen atravesar desiertos, pero llegan lejos.
Comparte esta noticia