
Estimado paisano, paisana, en las obras públicas, como hacer las pistas y pasos elevados o poner los desagües que se necesitan, parece importar poco el perjuicio que se causa a la ciudadanía. Si nuestras autoridades y nuestros ingenieros les dieran una mirada positiva y creativa al daño que causan las calles cerradas a los comerciantes, a las familias que viven cerca y a los conductores y ciudadanos, podrían convertir el problema en una gran oportunidad de congraciarse con los ciudadanos y de ahorrar dinero en el proceso.
¿Eso no ocurre en otros lados? Ocurre, pero no se ve en esa magnitud en muchos países, no solo porque tienen más tecnología y recursos, sino porque sus ingenieros parecen aplicar mejor las técnicas de gestión de proyectos y, además, su sentido común. Y es menor porque sus autoridades entienden que la incomodidad de sus ciudadanos es un punto en contra a su carrera política.
¿Cómo podríamos hacer aquí? Lo primero, y que no hacemos hoy los ciudadanos, sería poner el tema del tiempo entre nuestras exigencias a las autoridades y a los constructores. ¿Se ha dado cuenta, paisano, paisana, que en los carteles anunciando las obras se señala cuanto se va a gastar, pero no la fecha exacta de entrega? Eso quizás llevaría a cambios en los procesos, como por ejemplo que en las licitaciones de obras se dé un puntaje adicional a los postores que presenten los menores plazos de ejecución. ¿Qué podría hacer subir los costos? Quizás, pero nuestros buenos ingeniero, cuyos antepasados construyeron Machu Picchu, Choquequirao y los miles de kilómetros del Qhapaq Ñan, saben que la eficiencia generalmente disminuye en vez de incrementar el costo.

Si el tiempo y la comodidad ciudadana se volvieran una prioridad en las obras públicas y a nadie se le ocurriera cerrar una ruta sin haber eliminado todas las contingencias, como la posibilidad de un reclamo de propiedad o del retraso en la entrega de los materiales que necesitan, todos ganaríamos. Ganaría los constructores, que serían más respetados por el público, también las buenas autoridades, a las que los votantes reconocerían su preocupación por su bienestar integral, y ganaríamos todos los ciudadanos en comodidad y productividad.
Sabiendo eso, ¿de qué otras maneras creen ustedes, paisano y paisana, y usted, paisano ingeniero, podríamos hacer más eficiente y amable la construcción de obras públicas?
Comparte esta noticia