
Este año se cumple medio siglo de la fundación de Iron Maiden, la banda -a nuestro juicio-, definitiva de Heavy Metal. Con diecisiete álbumes en estudio, doce en vivo, varias recopilaciones y más de cien millones de discos vendidos, el combo fundado por Steve Harris sigue rodando por el mundo. Como el tiempo pasa inexorablemente, es probable que en esta década llegue a su término este esfuerzo artístico notable, que surgió desde la cultura popular.
Led Zeppelin y Deep Purple fueron las dos grandes bandas primordiales en la consolidación del Hard Rock. Y es sabido que el Heavy Metal tuvo su génesis con Black Sabbath y se robusteció con Judas Priest. Sin embargo, dicho proceso sería incompleto si no hubiera aparecido una banda que podría denominarse como “fundamental”. Entendiendo lo “fundamental” tanto en el plano conceptual como estructural. Es decir, lo que constituye la esencia o principio de una cosa y lo que adquiere máxima importancia o es indispensable para algo.
Eso es Iron Maiden. La banda que une la más apabullante destreza sonora, tanto en el plano vocal como en el instrumental, una profundidad poética multitemática y la fuerza impetuosa de los sonidos extremos y virtuosos del heavy metal. Iron Maiden puso la valla muy alta para cualquier otra banda del subgénero. Y creemos que ningún otro grupo ha podido superarla.
El origen de Iron Maiden se remonta a 1975, cuando el bajista y líder fundador, Steve Harris (1956) comenzó a formar la banda con una alineación rotativa. Harris y estos primeros miembros estaban creando un nuevo tipo de heavy metal británico mucho antes de que se acuñara el término New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM).
Con una primera alineación más o menos estable, el álbum debut homónimo, Iron Maiden, fue lanzado poco después, el 14 de abril de 1980. Dicha formación estuvo constituida por Paul Di’Anno (voz principal), Dave Murray – (guitarra), Dennis Stratton (guitarra, coros), Steve Harris (bajo, coros) y Clive Burr (batería). El álbum exhibe una mezcla de estilos, con algunas canciones sorprendentemente “punky” como "Prowler," "Running Free," y "Charlotte the Harlot". También se evidencian influencias de bandas como Black Sabbath y Judas Priest en las canciones más tranquilas y de cierta complejidad como "Remember Tomorrow" y "Strange World". Estas características se van a mantener en el segundo álbum, “Killers”, de 1981, pero con inclusión de un nuevo integrante, Adrián Smith, quién sustituyó a Sratton.
Sin embargo, el gran cambio vino con la tercera grabación de Iron Maiden, “The Number of the Beast”, lanzado en 1982, marcando un punto de inflexión en la historia de la banda. Una de las características más notables fue la introducción de Bruce Dickinson como nuevo vocalista, reemplazando a Paul Di'Anno. Esto trajo consigo un nuevo estilo vocal, descrito como un emocionante y virtuoso. Canciones como "Children of the Damned", “Run to the hills” y la pista que dio nombre al disco, son épicas y dramáticas, mientras que "Hallowed Be Thy Name" posee estas cualidades y más, con una narrativa más elaborada.
Luego de ello, y con la entrada de un nuevo baterista, Nicko McBrain, empieza un periodo de constante evolución con cuatro álbumes de enorme calidad, “Piece of Mind” (1983), “Powerslave” (1984), “Somewhere in Time” (1986) y “Seventh Son of a Seventh Son” (1988). Canciones como "The Trooper","Revelations", "Aces High", "2 Minutes to Midnight", "Wasted Years” se convierten en éxitos instantáneos. Y al mismo tiempo se empezó a desarrollar un estilo progresivo, en composiciones como “To Tame a Land”, “Powerslave”, “Rime of the Ancient
Marine”, “Alexander the Great", “The Loneliness of the Long Distance Runner", "Seventh Son of a Seventh Son”, "Infinite Dreams", "The Clairvoyant", entre otros grandes temas.
Luego de las salidas de Smith y Dickinson en 1990 y 1993, Harris los reemplazó por Janick Gers y Blaze Bayley. El periodo con Bayley como vocalista fue el menos exitoso de Iron Maiden. Y supuso un momento de transición al siglo XXI. Luego, en 1999, regresaron Smith y Dickinson. Y la “doncella de hierro” se convirtió en un sexteto.
En el nuevo milenio los álbumes han sido espaciados y de resonancia desigual. Pero lo que es digno de encomio es la dirección artística del grupo que ha mantenido Steve Harris. Lejos de repetir la fórmula del éxito, la banda ha buscado innovar más su sonido a complejidades mayores. Y ello se puede observar con claridad en álbumes como “The Book of Souls” (2015) y “Senjutsu” (2021), donde canciones como ”The Red and the Black”, “Empire of the Clouds”, “Death of the Celts”, “The Parchment”, entre otros, profundizan en la veta del metal progresivo que más les interesa explorar a estos músicos.
Iron Maiden es reconocido por haber ido más allá de las convenciones y estereotipos del heavy metal de sus inicios, creciendo y exigiéndose mucho más que otros grupos de rock y de heavy metal. De ahí que su música evidencia una ambición estética notable. No contentarse con lo realizado. Por el contrario, seguir elevando la valla en calidad de composición e interpretación, bajo una férrea disciplina artística liderada por el gran Steve Harris. Quienes descubrimos a Iron Maiden desde adolescentes podemos estar enormemente agradecidos por su obra y de haber crecido y encanecido con la misma. ¡Up the Irons¡
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